Interacciones ontológicas: Sistema de Filosofía Digital (V)

Hemos visto hasta ahora, como el lenguaje natural crea la ilusión de una división de la realidad entre un sujeto y un objeto, como si el sujeto fuera un mero observador independiente de la realidad y no una parte integrante de ella, como es en verdad. Entre una conciencia interior, que se comunica con la realidad a través de los sentidos, y un mundo exterior, donde actúa para satisfacer sus necesidades. Aunque esto sea un constructo del lenguaje, es muy útil para que los humanos se orienten en su cotidianidad.

Entre estos entes ontológicos existen una serie de relaciones principales, que nos sirven para trazar la dinámica de la digitalidad, y a estas, las llamamos interacciones ontológicas.

La interacción principal es la intersubjetividad, como conexión entre sujetos. La comunicación, basada en el intercambio de información en su sentido más amplio, como es el caso de incluir el intercambio de valor (bienes, mercancías, servicios). La intersubjetividad es una acción comunicativa, que requiere una doble conciencia, la individual y la colectiva. Para comunicarse hay que ser consciente de que se es consciente, y eso sólo es posible con el testimonio de otros. Es imposible, que un ser humano aislado sepa si existe, en cambio, en una comunidad no puede pasar otra cosa, porqué nunca hay una uniformidad estadística. No podrían engañar todos al mismo tiempo. El ser humano es un ser social. La presencia del otro, en uno mismo, es una característica esencial de la sociabilidad humana.

En el mundo paralelo de la artificialidad, generado por los lenguajes artificiales, tenemos otras interacciones. La superintersubjetividad es la interacción entre sujetos artificiales o supersujetos. Una de las representaciones de los supersujetos serían los robots inteligentes y los seres transhumanos, es decir, aquellas personas, que tienen o tendrán facultades extendidas mediante la tecnología. Humanos más allá de lo humano, con lo que hemos nacido.

Entre sujetos naturales y sujetos artificiales, se dan una serie de interacciones, que denominamos transubjetividad. Este es uno de los aspectos que tendrá mayor desarrollo en los próximos años, en el que surgirán psicólogos transhumanos preocupados por solucionar las relaciones patológicas entre humanos y máquinas exclusivamente. También tendrá que desarrollarse una nueva ética transhumana y un derecho transhumano, que permitan que los transhumanos no puedan imponerse sobre los humanos, aprovechándose de su superioridad.

Desde la otra parte de la realidad, el mundo, el objeto, se contemplan otras interacciones. Vaya por delante que el término objeto, se refiere al mundo exterior a la conciencia, es decir, a todos los elementos singulares o entes, existentes en la realidad. El objeto es la sublimación de todos los objetos existentes y posibles. Todo lo que no es conciencia, es objeto. Por tanto, desde este punto de vista estrictamente ontológico, un animal y un teléfono, no se diferencian. La objetualidad objetivamente no contempla a la vida. 
Las relaciones entre objetos naturales entre sí, como la lucha o la cooperación entre animales o la meteorología, entre otras muchas cosas, la denominamos interobjetividad. De manera equivalente, la relación entre superobjetos entre sí la denominamos superinterobjetividad, como es el caso del Internet of Things (IOT).

Las interacciones profundas y complejas, entre objetos naturales y superobjetos artificiales, las llamamos transobjetividad. Entre un animal y la tecnología, o la misma aplicación de la tecnología al mundo como puede ser la construcción de un edificio o de una planta solar o una impresora 3D. 

Una vez más, insistimos en la digitalidad de la realidad, tanto si el futuro nos depara un transhumanismo cooperativo o un posthumanismo apocaliptico. El futuro de la humanidad tanto individualmente, como a nivel colectivo, en tanto que sociedad que progresa o incluso como especie que evoluciona, es digital. Completamente digital. En su naturalidad y en su artificialidad. 

El ser humano es una máquina, que puede mezclarse con otras máquinas, y que incluso puede crear máquinas mejores que él. Como si fueran nuestros hijos tecnológicos, acabaremos cediéndoles el testigo de nuestra humanidad, en una justa y bella extinción, por el devenir de la digitalidad, más allá de la cercana singularidad. ¿Será este el último paradigma que alcancemos?



Recapitulación del Sistema de Filosofía Digital


  1. Hemos llegado a pensar que lo digital era lo suplementario de la realidad, una realidad virtual, construida por la tecnología humana, pero no es cierto, es justo al revés, la tecnología y la ciencia actuales nos están permitiendo reconocer la auténtica realidad de la naturaleza. Toda la realidad es digital, cuando pensábamos, que era analógica era por la insuficiencia e ineficiencia de la antigua tecnología, por nuestra incapacidad para medir, que no nos permitía conocer como es auténticamente lo real. La realidad son datos, bits, qbits, no objetos. La realidad es información y la información la gestiona sólo la inteligencia.
  2. La realidad natural existe pero no es real, porqué es un efecto del lenguaje. Es digital, es la digitalidad, como propiedad esencial de la realidad, como substancia. La digitalidad como realidad a la que tiene acceso actual o potencial el ser humano, sólo es posible conocerla mediante la aplicación del paradigma informacional. En cambio, la realidad absoluta es real, pero no existe. Es objeto sin sujeto. 
  3. Los lenguajes artificiales crean ampliaciones de la realidad natural, crean realidades artificiales. Los lenguajes artificiales permiten una extensión de la realidad como un suplemento añadido, a veces, en contradicción con el sentido común (o lenguaje natural), que hemos llamado super-realidad.
  4. Ese lenguaje natural, que hemos visto que creaba la realidad natural, generó una disciplina histórica, en mayúscula podríamos decir, -la Ontología- para describir los fundamentos de la realidad. Hoy en día, la ciencia y sus lenguajes artificiales, que han creado una super-realidad, describen a esta con diversas ontologías, en minúscula. La super-ontología es la actividad, que atraviesa a todas las disciplinas cuando intenta definir o describir la digitalidad. 
  5. Entre los entes ontológicos de sujeto y objeto, existen una serie de relaciones principales, que nos sirven para trazar la dinámica de la digitalidad, y a estas, las llamamos interacciones ontológicas: intersubjetividad, superintersubjetividad, interobjetividad, superinterobjetividad, transubjetividad y transobjetividad.

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