Los nombres propios del pensamiento crítico y de su negación

Tenemos la tendencia a pensar que el pensamiento crítico es cosa para expertos aburridos, intelectuales rancios y odiosos superdotados. 


TAG Reuters

Digamos que tenemos la costumbre de no pensar. Como si el pensar no nos afectara en cada una de las acciones que hacemos todos los días. Como que no va con nosotros. Ah eso sí, nadie se atreve a decir que el pensamiento crítico no es importante o que la filosofía no debe permanecer en la escuela, a pesar de que a nadie la interesa.


Y esto sucede principalmente por dos motivos:


(1) La falta de entendimiento de lo que es el pensamiento crítico
(2) La supresión del pensamiento crítico en virtud de las meta-narraciones  



(1) Los nombres del pensamiento crítico


El pensamiento crítico no es un conocimiento como la ciencia o la filosofía. Es una facultad de la mente como la memoria o la imaginación. Es la facultad de razonar. El adjetivo "crítico" implica un conocimiento de métodos y un entrenamiento. El pensamiento crítico nos ayuda a anticipar problemas y, por tanto, a elaborar soluciones óptimas. Nos permite tomar buenas decisiones que nos ayudan a evitar el sufrimiento y a ser más felices. Dicho más científicamente el pensamiento crítico nos ayuda a reducir la incertidumbre, la entropía, es decir, la sorpresa, lo que no hemos podido prever por ignorancia, por falta de razonamiento o de aprendizaje. El pensamiento es una función matemática de la energía libre que nos permite evitar el caos de la entropía que es un sinónimo de muerte. 


El pensamiento crítico es negentropía.


Y es que el pensamiento crítico es como el azúcar. No lo reconocemos porque está en todas partes. Existen innumerables sucedáneos: sacarosa, fructosa, dextrosa, maltodextrinas, jarabe de maíz, sirope de agave, polialcoholes, etc. En los alimentos etiquetados se encuentran más de 70 palabras equivalentes. Es casi imposible encontrar un alimento sin glucosa. Del mismo modo, encontramos innumerables conceptos que son sinónimos de pensamiento crítico o cuanto menos lo implican sobremanera: planificación, innovación, estrategia, táctica, preparación, aprendizaje, toma de decisiones, gestión de recursos, diseñar, calcular, solucionar, criticar, dialogar, crear, ayudar, razonar, dudar, comprender, sentir, emprender, reflexionar, actuar, guiar, jugar, enseñar, y como dirían los italianos e via dicendo.


El pensamiento crítico está implicado en todas las acciones y presupone que se han tomado unas decisiones o se han heredado o, peor aún, que hemos jugado a la ruleta. Cada acción está determinada por múltiples factores sobre muchos de los cuales podemos incidir a nuestro favor, si antes de actuar podemos definir cual es la estrategia con mayor probabilidad de éxito para nosotros. Siempre se trata de ganar. La ganancia es la reducción del diferencial que nos permite construir algo exitoso. Todos los seres humanos necesitan ganar, de la misma manera que todos necesitamos energía para vivir, para realizar esfuerzos. 


Ganar significa sobrevivir. El pensamiento crítico está en todas partes no se puede apagar, siempre está funcionando. Sin embargo, las fábricas del pensamiento trabajan para negarlo suprimirlo o anularlo. Lo vemos en el siguiente parágrafo.



(2) La negación del pensamiento crítico


La manera de evitar que las personas no decidan por sí mismas, es decir, que no piensen, es explicarles un cuento de hadas. Las narraciones (los discursos) producidos por las fábricas del pensamiento generan una adhesión acrítica inmediata y perdurable. Si un discurso es coherente y además es moralizante, o dicho de otra manera, que tramposamente nos indica quienes son los buenos, la gran mayoría de las personas se identificará con él. Todo el mundo sostiene a los buenos básicamente porqué odiamos a los malos que son una amenaza. Quizás unos pocos rebeldes podrán ir contracorriente y resistir el ser tratados como apestados, pero sin pensamiento crítico no hay nada que hacer, la gran mayoría irremediablemente caen en la trampa del discurso-dispositivo coherente y moralizante que los atrapa y los inmoviliza como si estuvieran narcotizados. La narrativa emocional desplaza completamente a la lógica racional.


Por poner el ejemplo más polémico posible. La invasión de Ucrania por parte del ejército ruso. Se trata de una guerra entre EEUU y Rusia y sus aliados Europa y China respectivamente. Cuando hablamos de estos países hablamos de sus élites no de los ciudadanos que son los que sufren y mueren al no poder detener a sus políticos. Ucrania (y Europa) es el campo de batalla desde hace años de una terrible guerra geopolítica mundial que no ha hecho más que empezar. Cada bando tiene una metanarración para justificar quienes son los buenos en la contienda, pero no hay nada de moral en una guerra, de hecho, es una completa inmoralidad. En los dos bandos ya antes de esta guerra se han vulnerado muchos principios, se ha manipulado a la gente, se han desarrollado estrategias perniciosas que han conducido a la guerra y la escalada armamentista a la sombra de los ciudadanos. Por tanto, los espíritus libres de cada lugar de la contienda tienen la obligación ética (que no moral) de utilizar el pensamiento crítico contra sus respectivas élites para deconstruir los discursos que intentan idiotizarnos.


La vigilancia ante la supresión del pensamiento crítico es un acto de pura supervivencia como se comprueba siempre ante un conflicto bélico. Hubo manifestaciones de los pueblos contra la Segunda Guerra Mundial, contra la Guerra de Irak pero nadie las detuvo.

La extensión de protocolos de confianza como blockchain pueden ser la solución definitiva para que los pueblos prescindan de las estructuras centralizadas manipuladoras y extractivas que someten a los ciudadanos a una esclavitud digital y utilizan a los ciudadanos como campo de batalla.

STOP WAR!

Comentarios

Tienda