"¿Qué? ¿Y si te engañas? Pues, si me engaño, existo. El que no existe no puede engañarse, y por eso, si me engaño, existo", Agustín de Hipona, De Civitate Dei, (Lib. XI, cap. XXVI).
Al igual que Agustín de Hipona, también Descartes fundamentaba en la duda metódica la base de las certezas del pensamiento. Sin embargo, la duda lejos de servir hoy para discernir la verdad, se ha convertido en una de las armas más poderosas de desinformación de la opinión pública.
Por ejemplo, la gran industria de consumo como la alimenticia o la industria farmacéutica, cuentan con lobbies muy potentes y think tanks de desinformación, para mantener en el mercado, terapias y medicamentos poco eficaces o incluso, completamente nocivos para la salud. De obligada lectura son Merchants of Doubt: How a Handful of Scientists Obscured the Truth on Issues from Tobacco Smoke to Global Warming de Erik M. Conway y Naomi Oreskes o Doubt is Their Product: How industry's assault on science threatens your health de David Michaels, que se prodigan en mostrar los ejemplos más importantes, como los de la industria armamentista o la del tabaco o la del petroleo, y los métodos más perversos, aplicados durante décadas.
Ejemplos paradigmáticos pueden ser el café o la leche de soja. ¿Son buenos o malos? Si alguien busca en Internet encontrará casi el mismo número de documentos en un sentido que en el otro ("café bueno", 17 millones de resultados y "café malo", 9 millones). Lo que genera duda y al final, la gran mayoría de consumidores se saturan informativamente, incapaces de discernir la verdad de la mentira, y hacen lo que hacían siempre (tomar café), o si desean cambiar, hacen lo contrario de lo que hacían. Por esta razón, se le llama la industria de la duda, porqué va encaminada a hacer dudar de las verdades incómodas para las grandes corporaciones. La gente busca un refuerzo de lo que cree, más que la verdad. Somos una sociedad autosatisfecha.
En un famoso memorando de 1969 de la industria tabaquera, podemos leer:
"La duda es nuestro producto, pues es el mejor medio de competir con el 'corpus de datos' que hay en la mente del público. Es también el medio de establecer una controversia. En el mundo de la empresa reconocemos que existe una controversia. Sin embargo, entre el público general hay un consenso de que los cigarrillos son en cierta medida nocivos para la salud. Si conseguimos establecer una controversia a nivel público, tendremos la oportunidad de transmitir los hechos reales sobre el tabaco y la salud. La duda es, también, el límite de nuestro 'producto' ".
Se trata de poderosas maquinarias dedicadas exclusivamente a la destrucción de la verdad. Con el cambio climático ha ocurrido lo mismo. Las agencias discretas de desinformación, se han dedicado a generar documentos en sentido contrario, diciendo, que el cambio climático es un gran bulo, firmados incluso por científicos en nómina, que han traicionado su profesión. También sorprende que esos documentos contrarios, son editados en formatos prácticamente idénticos a los originales, para generar mayor confusión, incluso para públicos bien formados. La diseminación de la mentira a través de los medios de comunicación y redes sociales, también rebautizada en nuestros días como posverdad, muestra como no se filtran las noticias, que se reciben de otros, antes monopolio de las agencias de prensa oficiales. Y esto es alarmante.
Mientras la desinformación ataca al nivel de la opinión pública, las fakes news van un paso más allá, postulando hechos inexistentes con total descaro, a sabiendas, que ni los medios, ni las redes sociales, ni los más famosos youtubers, ni la gran mayoría de personas, dispone de una formación adecuada o un pensamiento crítico, capaces de hacer dudar de las mentiras verosímiles. Y si lo tienen, al final, el dinero, un discreto soborno disfrazado de publicidad, acalla a las mejores mentes.
Nos fiamos de gente igual que nosotros, de amigos, de followers, como si eso fuera garantía de algo, que pueden ser inconscientes reproductores o amplificadores de la mentira, y no tenemos en consideración a la gente diversa, que piensa diferente de nosotros. Los discursos se establecen a través del lenguaje y se adoptan principalmente por simpatía temática de la gente portadora con la que tenemos afinidad. Viralidad es eso. La velocidad es incompatible con la reflexión. La mentira se reproduce como un virus. La verdad necesita tiempo para reconocerla y digerirla, no siempre nos gusta. Actualmente, no existe una aceptación crítica de los discursos, en la gran mayoría de casos. Nunca la opinión pública ha sido más vulnerable a la manipulación social como hoy en día. La desinformación se considera ya una amenaza para la seguridad nacional en los países avanzados, como parte de la llamada guerra híbrida.
Los ejemplos recientes de la manipulación masiva de Cambridge Analytica en las elecciones americanas, o la amplificación de los bulos de las agresiones con manifestantes en Cataluña, por parte de la Internet Research Agency, muestran hasta que punto es masivo, fácil y rápido, decantar a la opinión pública en un aspecto concreto. La Unión Europea está muy preocupada por el tema y ha publicado recientemente un estudio al respecto Final report of the High Level Expert Group on Fake News and Online Disinformation, para desarrollar políticas que combatan este fenómeno que afecta a la seguridad, a los mercados financieros y a la gobernabilidad. Las conclusiones del estudio:
1) enhance transparency of online news, involving an adequate and privacy-compliant sharing of data about the systems that enable their circulation online;
2) promote media and information literacy to counter disinformation and help users navigate the digital media environment;
3) develop tools for empowering users and journalists to tackle disinformation and foster a positive engagement with fast-evolving information technologies;
4) safeguard the diversity and sustainability of the European news media ecosystem, and
5) promote continued research on the impact of disinformation in Europe to evaluate the measures taken by different actors and constantly adjust the necessary responses.
La reciente proliferación de sites de fact checkers como https://www.factcheck.org/, permiten recurrir de manera fácil a una fuente para comprobar la verdad de las noticias, pero no es suficiente. Además esto sitios son aún bastante desconocidos por el gran público.
La filosofía y el pensamiento en general, o el mismo método científico, es decir, la racionalidad, sirven primordialmente para deconstruir discursos falsos y proponer alternativos, pero existen personas perversas, que hacen un uso contrario de la racionalidad. No usan la irracionalidad, que también -pero es más fácil de detectar aunque no de combatir-, sino una racionalidad negativa, una racionalidad éticamente falsa y perjudicial, más difícil de detectar, pero afortunadamente, más fácil de luchar contra ella, aunque aún estamos aprendiendo. Por eso, es más urgente que nunca, diseminar las herramientas del pensamiento crítico, como armas de defensa personal intelectual, contra las armas de destrucción masiva de la verdad.
Algunas de las recomendaciones, que proponemos para intentar mitigar el daño:
Al igual que Agustín de Hipona, también Descartes fundamentaba en la duda metódica la base de las certezas del pensamiento. Sin embargo, la duda lejos de servir hoy para discernir la verdad, se ha convertido en una de las armas más poderosas de desinformación de la opinión pública.
Por ejemplo, la gran industria de consumo como la alimenticia o la industria farmacéutica, cuentan con lobbies muy potentes y think tanks de desinformación, para mantener en el mercado, terapias y medicamentos poco eficaces o incluso, completamente nocivos para la salud. De obligada lectura son Merchants of Doubt: How a Handful of Scientists Obscured the Truth on Issues from Tobacco Smoke to Global Warming de Erik M. Conway y Naomi Oreskes o Doubt is Their Product: How industry's assault on science threatens your health de David Michaels, que se prodigan en mostrar los ejemplos más importantes, como los de la industria armamentista o la del tabaco o la del petroleo, y los métodos más perversos, aplicados durante décadas.
Ejemplos paradigmáticos pueden ser el café o la leche de soja. ¿Son buenos o malos? Si alguien busca en Internet encontrará casi el mismo número de documentos en un sentido que en el otro ("café bueno", 17 millones de resultados y "café malo", 9 millones). Lo que genera duda y al final, la gran mayoría de consumidores se saturan informativamente, incapaces de discernir la verdad de la mentira, y hacen lo que hacían siempre (tomar café), o si desean cambiar, hacen lo contrario de lo que hacían. Por esta razón, se le llama la industria de la duda, porqué va encaminada a hacer dudar de las verdades incómodas para las grandes corporaciones. La gente busca un refuerzo de lo que cree, más que la verdad. Somos una sociedad autosatisfecha.
En un famoso memorando de 1969 de la industria tabaquera, podemos leer:
"La duda es nuestro producto, pues es el mejor medio de competir con el 'corpus de datos' que hay en la mente del público. Es también el medio de establecer una controversia. En el mundo de la empresa reconocemos que existe una controversia. Sin embargo, entre el público general hay un consenso de que los cigarrillos son en cierta medida nocivos para la salud. Si conseguimos establecer una controversia a nivel público, tendremos la oportunidad de transmitir los hechos reales sobre el tabaco y la salud. La duda es, también, el límite de nuestro 'producto' ".
Se trata de poderosas maquinarias dedicadas exclusivamente a la destrucción de la verdad. Con el cambio climático ha ocurrido lo mismo. Las agencias discretas de desinformación, se han dedicado a generar documentos en sentido contrario, diciendo, que el cambio climático es un gran bulo, firmados incluso por científicos en nómina, que han traicionado su profesión. También sorprende que esos documentos contrarios, son editados en formatos prácticamente idénticos a los originales, para generar mayor confusión, incluso para públicos bien formados. La diseminación de la mentira a través de los medios de comunicación y redes sociales, también rebautizada en nuestros días como posverdad, muestra como no se filtran las noticias, que se reciben de otros, antes monopolio de las agencias de prensa oficiales. Y esto es alarmante.
Mientras la desinformación ataca al nivel de la opinión pública, las fakes news van un paso más allá, postulando hechos inexistentes con total descaro, a sabiendas, que ni los medios, ni las redes sociales, ni los más famosos youtubers, ni la gran mayoría de personas, dispone de una formación adecuada o un pensamiento crítico, capaces de hacer dudar de las mentiras verosímiles. Y si lo tienen, al final, el dinero, un discreto soborno disfrazado de publicidad, acalla a las mejores mentes.
Nos fiamos de gente igual que nosotros, de amigos, de followers, como si eso fuera garantía de algo, que pueden ser inconscientes reproductores o amplificadores de la mentira, y no tenemos en consideración a la gente diversa, que piensa diferente de nosotros. Los discursos se establecen a través del lenguaje y se adoptan principalmente por simpatía temática de la gente portadora con la que tenemos afinidad. Viralidad es eso. La velocidad es incompatible con la reflexión. La mentira se reproduce como un virus. La verdad necesita tiempo para reconocerla y digerirla, no siempre nos gusta. Actualmente, no existe una aceptación crítica de los discursos, en la gran mayoría de casos. Nunca la opinión pública ha sido más vulnerable a la manipulación social como hoy en día. La desinformación se considera ya una amenaza para la seguridad nacional en los países avanzados, como parte de la llamada guerra híbrida.
Los ejemplos recientes de la manipulación masiva de Cambridge Analytica en las elecciones americanas, o la amplificación de los bulos de las agresiones con manifestantes en Cataluña, por parte de la Internet Research Agency, muestran hasta que punto es masivo, fácil y rápido, decantar a la opinión pública en un aspecto concreto. La Unión Europea está muy preocupada por el tema y ha publicado recientemente un estudio al respecto Final report of the High Level Expert Group on Fake News and Online Disinformation, para desarrollar políticas que combatan este fenómeno que afecta a la seguridad, a los mercados financieros y a la gobernabilidad. Las conclusiones del estudio:
1) enhance transparency of online news, involving an adequate and privacy-compliant sharing of data about the systems that enable their circulation online;
2) promote media and information literacy to counter disinformation and help users navigate the digital media environment;
3) develop tools for empowering users and journalists to tackle disinformation and foster a positive engagement with fast-evolving information technologies;
4) safeguard the diversity and sustainability of the European news media ecosystem, and
5) promote continued research on the impact of disinformation in Europe to evaluate the measures taken by different actors and constantly adjust the necessary responses.
La reciente proliferación de sites de fact checkers como https://www.factcheck.org/, permiten recurrir de manera fácil a una fuente para comprobar la verdad de las noticias, pero no es suficiente. Además esto sitios son aún bastante desconocidos por el gran público.
La filosofía y el pensamiento en general, o el mismo método científico, es decir, la racionalidad, sirven primordialmente para deconstruir discursos falsos y proponer alternativos, pero existen personas perversas, que hacen un uso contrario de la racionalidad. No usan la irracionalidad, que también -pero es más fácil de detectar aunque no de combatir-, sino una racionalidad negativa, una racionalidad éticamente falsa y perjudicial, más difícil de detectar, pero afortunadamente, más fácil de luchar contra ella, aunque aún estamos aprendiendo. Por eso, es más urgente que nunca, diseminar las herramientas del pensamiento crítico, como armas de defensa personal intelectual, contra las armas de destrucción masiva de la verdad.
Algunas de las recomendaciones, que proponemos para intentar mitigar el daño:
1) Revisar el formato: url transparente y coincidente con la fuente, fechas correctas, fotos acordes al contenido, titular autoexplicativo, etc.
2) Utilizar fuentes garantizadas de prestigio, reconocidas, con años de existencia .
3) Utilizar varias fuentes, nunca una sola.
4) Utilizar fuentes contrarias, por ejemplo, de países rivales.
5) Utilizar autores expertos reputados, periodistas, analistas, escritores conocidos y reconocidos.
6) Valorar sólo los argumentos bien construidos. Rechazar siempre argumentos falaces.
2) Utilizar fuentes garantizadas de prestigio, reconocidas, con años de existencia .
3) Utilizar varias fuentes, nunca una sola.
4) Utilizar fuentes contrarias, por ejemplo, de países rivales.
5) Utilizar autores expertos reputados, periodistas, analistas, escritores conocidos y reconocidos.
6) Valorar sólo los argumentos bien construidos. Rechazar siempre argumentos falaces.
7) Razonar: construirse un pensamiento sobre los hechos y las opiniones de otros, utilizando los principios del método científico y sobre aquello, que uno no puede convencerse, mantener en suspensión la propia opinión.
8) Tener en cuenta la experiencia personal: muchas veces, es otro baremo, para de manera más inmediata e instintiva, rechazar falsedades.
La construcción de un espacio de opinión pública digital sano, es cosa de todos. Es otro aspecto más de la responsabilidad social digital, que tanto defendemos.
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La construcción de un espacio de opinión pública digital sano, es cosa de todos. Es otro aspecto más de la responsabilidad social digital, que tanto defendemos.
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Excelente trabajo, Rais.
ResponderEliminarGracias Antonio
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