El secreto del éxito que no quieres saber

Éxito. ¿Qué es el éxito? No existe consenso sobre lo que es. Y menos sobre lo que no es.
(C) The Weinstein Company

Ya hemos comentado anteriormente, que el éxito real es siempre personal (ver La evitable corrosión del talento). El éxito social es otra cosa. Este preciado éxito está disponible sólo para una minoría. Y decimos, que son una minoría de elegidos. ¿Pero por quien? ¿Por el destino? En parte, pero principalmente son elegidos por el resto de los electores sociales, sean consumidores o público en general. El éxito no es un estado, es una relación. No es tener o ser. No se consigue como un premio, se otorga como un privilegio par parte de los admiradores. Es una relación entre el exitoso y los no-exitosos o "fracasados". El uno sin los otros no existiría. Sin embargo, la ordinaria falta de éxito social, puede siempre compensarse con el éxito personal, que tiene unos objetivos y unas métricas a nuestra medida.


El éxito oficial, el tan envidiado de los top de los rankings, muchas veces es sobrevenido, no buscado, pero otras veces, no por más buscado es conseguido, lo que evidencia que no depende tanto de nosotros, sino más bien de todos los demás. Es imposible, que quien ha tenido éxito, no crea que es gracias a su astucia, inteligencia, trabajo o habilidad, superior a la del resto de los mortales. Pero para la desgracia de su ego no es así.

"Éxito" viene del latín "salida", como "exit" en inglés. Se refiere en este caso, a una salida o una terminación exitosa, como una "exit strategy" en una start up, o un final definitivo como la muerte. El éxito es un resultado final de una trayectoria. Una escatología. El éxito no es lo contrario del fracaso, sino de la admiración. Los que no tienen éxito se lo conceden a otros mediante la admiración. Pero el éxito también es una servidumbre al futuro, una dependencia. El éxito es el sentido del sentido, que se comprende a si mismo, como trascendencia inmanente, como misión.

Situarse en un estado de flujo, en el que uno renuncia a hacer todo lo que quiere y entrega su vida, su libertad, a un propósito único exitable, es una condena. Nosotros elegimos el objetivo, pero al final es este que nos domina y nos ponemos a su servicio, cueste lo que cueste, como una misión mesiánica. Esa proeza conseguida lo es a los ojos de los demás, pero probablemente los admiradores no hubieran podido o querido soportar los sacrificios necesarios. De bien seguro, que también el exitoso, no cuenta las secuelas de sus sufrimientos. El éxito no es el paraíso. Sólo lo aparenta. El éxito es, en realidad, la ilusión del éxito de los no exitosos. 

El éxito no es un estado como ser rico o famoso, es una relación por la que los fans o los followers conceden poder a alguien que admiran, convirtiéndolo en exitoso. No hay éxito sin admiradores, no hay exitosos sin una red capaz de empoderar al exitoso mientras es exitante, exitable o autocandidato al éxito. La razón del éxito es siempre exterior al exitante. El éxito se realiza a nivel individual con determinación y persistencia, pero también consume muchos recursos externos para lograr el reconocimiento. Es una combinación de capacidad de influencia sobre las personas, llámese liderazgo, y sobre todo, de puro azar. El azar, ese aciago destino, sincroniza la habilidad y la persistencia con los admiradores, que se presentan en forma de consumidores, si se trata de un producto, o de público, en el caso de una obra de arte. Hay un sólo momento para el éxito y nadie sabe cuando es, por eso especialmente la persistencia, más que cualquier otra virtud, aumenta geométricamente las probabilidades de éxito, al multiplicar en el tiempo profesional las llamadas a los admiradores, hasta que un clic desencadena la relación.

Que la buena suerte se busca es una falacia del autoreconocimento de los exitosos y de los exitantes. Buscar la suerte, buscar la mejora constante y la superación personal permanente, con un objetivo determinado, tampoco lleva indefectiblemente al éxito. Precisamente por eso, todas las religiones explican el mecanismo de un dios injusto, el por qué aunque hagas el bien puedes ser condenado en vida: el karma, la divina providencia, la transmigración de las almas y otros mecanismos escatológicos. La respuesta siempre está al final, está después.

El secreto del éxito personal es el fracaso de la ambición y de la vanidad. Buscar el éxito personal obliga a prescindir de la llamada a la ilimitada ambición, que todo lo puede, por la compasión que todo lo quiere.


La película "The Founder" de  John Lee Hancock cuenta como Ray Kroc se apodera del negocio y de la marca de hamburguesas de los hermanos Dick  (Richard) y Mac (Maurice) McDonalds, para de convertirlo en una multinacional. Los hermanos McDonalds habían sido inteligentes e innovadores, habían sabido leer y anticipar el mercado, y ofrecer un nuevo tipo de servicio muy eficiente, pero ni sabían, ni se sentían cómodos escalando su negocio. Allí Kroc con un ego, una ambición y una persistencia desmedida, lo logró. Sin duda, tuvo una visión muy precisa de lo que necesitaba el mercado, de lo que representaba la marca y de quien tenían que ser los franquiciados. Pero no lo hizo solo, necesitó a varias personas en su emprendimiento como Harry J. Sonneborn, quien le ayudó a rentabilizar las franquicias enfocándose en el negocio inmobiliario. El éxito de McDonalds es el éxito acumulado de varias personas. Sin embargo, el éxito de Kroc fue una desgracia trágica además de innecesaria, tanto para los que los fundadores como para muchos que le ayudaron. Quizás el destino puso las cosas en su sitio, cuando al morir Kroc sin descendencia, todo su capital fue donado a la beneficencia. Una historia, que se repite en la vida de muchos negocios cuando "the winner takes all", cuando el gran capital expulsa a los fundadores cruelmente. Financieros contra creadores.


Solo unos pocos humildes inteligentes y compasivos, han conseguido que su éxito social y personal sean el mismo. Una alineación de astros bastante azarosa hizo que McDonalds sea lo que es hoy en día. Dejemos de construir mitologías y de creernos lo que no somos, y hagamos los negocios más éticos. Compartamos el éxito. Todos saldremos ganando.

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