El hombre lobo y la criptología de la mente

Hipopotomonstrosesquipedaliofobia es el  miedo a las palabras largas. Hay que reconocer el fino sentido del humor del científico, que puso este nombre. Pero hay más. La kakorrharfiofobia, mucho más corriente en nuestros políticos, es el miedo a fracasar o a ser vencido. Freud fue uno de los primeros en estudiar las fobias y en curarlas. Bertha Pappenheim, activista y feminista alemana, fue el caso cero del psicoanálisis, conocido como el caso de Anna O, que entre otros síntomas, tuvo una fobia al agua. Sin embargo, el caso más famoso del psicoanálisis, es el hombre de los lobos, un caso de fobia a los animales, que fue resuelto recientemente inspirándose en la criptología. En el año del 160 aniversario del nacimiento de Sigmund Freud.


1. Bertha Pappenheim, facilitadora del psicoanálisis

Vivimos en la sociedad del control. Sin embargo, las razones de porque hacemos las cosas, no están bajo nuestro dominio absoluto. Esto parece absurdo, pero nuestro subconsciente dicta los propósitos con reglas ajenas a nuestra propia conciencia. Esta es la gran contribución de Freud.

La histeria femenina, era una enfermedad diagnosticada en la medicina occidental hasta mediados del siglo XIX. En la era victoriana fue el diagnóstico habitual para una serie de síntomas como desfallecimientos, insomnio, espasmos musculares, irritabilidad, fuertes dolores de cabeza, pérdida de apetito, etc. Las pacientes diagnosticadas con histeria femenina debían recibir un sorprendente tratamiento conocido como masaje pélvico o estimulación manual de los genitales de la mujer por el doctor, hasta llegar al orgasmo (sic!), que por entonces se denominaba paroxismo histérico. Entonces se consideraba al deseo sexual reprimido de las mujeres, como una auténtica enfermedad. Otra manera habitual de tratarla era el lavaje vaginal o la utilización de vibradores. Gracias a esta enfermedad, Freud y su colega Breuer, entendieron con ayuda de la misma paciente, Bertha Pappenheim ocultada bajo el seudónimo Anna O., que había algo más que la conciencia, a lo que llamaron subconsciente. Freud terminó por afirmar, que lo que se conocía como histeria femenina era provocado por un hecho traumático, que había sido reprimido en el inconsciente, pero seguía aflorando en forma de ataques somáticos, que aparentemente carecían de explicación. Fue el principio de lo que hoy conocemos como psicoanálisis, como técnica de curación de las enfermedades psíquicas, subyacentes a los síntomas externos, mediante la interpretación de los discursos elaborados por los pacientes. De hecho, fue la misma paciente la que denominó la terapia improvisada por Freud y especialmente por Breuer, más allá de la habitual hipnosis, "cura del habla". Con el tiempo, la histeria fue desapareciendo como enfermedad y diagnóstico médico. Pappenheim, fundadora de la Liga Feminista Judía, murió poco tiempo después de un interrogatorio de la Gestapo por anti-nazi. Fue una persona de gran personalidad, con síntomas complejos y variados, como que dejó de entender el alemán durante unos meses y Freud y Breuer, sólo pudieron hacer la terapia en inglés. Pappenheim reintepretaba los análisis de los médicos, dándoles pistas y llegó a tener una atracción amorosa con el casado Breuer (transferencia), que supuso el fin inacabado de la terapia. Breuer abandonó de por vida estas terapias, mientras Freud ya no paró. Pappenheim se recluyo en un centro psiquiátrico, del que finalmente salió curada, para convertirse en la primera asistente social de Alemania y una reconocida exponente de la defensa de los derechos de la mujer y los niños. Freud y Breuer escribieron un libro titulado Estudios sobre la histeria, con la experiencia del caso Pappenheim, afirmando impropiamente, que habían obrado la curación. Sin embargo, la propia Pappenheim, que fue la posibilitadora y la facilitadora -como diríamos hoy- del psicoanálisis, siempre lo repudió como terapia, cuando fue directora del orfanato de Frankfurt. A pesar de ello, siempre luchó (como el psicoanálisis) para revelar la verdad, para que los secretos y las injusticias, nunca quedaran en el olvido.


Como muestra de la capacidad de curación del psicoanálisis, aunque parcial, de uno de los síntomas en el caso Pappenheim, podemos citar la hidrofobia o fobia al agua, que tuvo en un periodo de tiempo. Tras una seis semanas a base de frutas, que le proporcionaban hidratación, la joven desveló en una sesión de hipnosis el trauma, que provocó aquella hidrofobia: su dama de compañía había dado de beber a su perro del mismo vaso que ella, lo que le había dado mucho asco. Y el mero hecho de revivir a través de la palabra aquella visión, desbloqueó el recuerdo traumático y le permitió volver a beber. La curación en el psiscoanálisis depende de la comprensión del trauma por parte del paciente, por eso lo llamaban efecto catártico. El psicoanálisis es un análisis de la mente humana como discurso, como lenguaje.


2. De la cripta  a la criptología

La cripta es en arquitectura un espacio subterráneo en el que se enterraba a seres fallecidos relevantes. La palabra "cripta" deriva del latín crypta y esta a su vez del griego kryptē, que etimológicamente significa esconder. La tendencia a crear bóvedas subterráneas con tumbas proviene ya de la antigüedad con las catacumbas, pero durante el románico y sobre todo durante el medioevo, proliferó la construcción de criptas en las iglesias. Estas no solo tenían una función arquitectónica, sino litúrgica. Al principio, se almacenaban las reliquias de los santos o personas relevantes para el catolicismo. Las iglesias grandes con criptas célebres, eran auténticos centros de poder. Los peregrinos visitaban masivamente las criptas y los relicarios. Iban recorriendo iglesias en búsqueda de que se cumplieran sus deseos a través de milagros. Iban de una a otra. El culto a las reliquias, quedó definitivamente asociado a la eucaristía y con ella, al oratorio donde se realizaba. El ejemplo dado probablemente por Roma fue, que el principio de la eucaristía debía estar celebrado sobre la sangre de los mártires. Al martyrium o lugar del enterramiento del santo, se añade la confessio o sala subterránea de visita y oración. Sobre los dos habitáculos, habitualmente enterrados o semienterrados, se construye una capilla con el altar encima del martyrium. En este caso se trata de criptas grandes, digamos visitables. Sin embargo, con el tiempo la función de las criptas se fue diluyendo. Especialmente en las basílicas pequeñas y distantes de las grandes poblaciones, la tendencia fue a sellar las criptas para evitar la profanación de las tumbas, en la que se enterraba no sólo a religiosos (santos o mártires), sino a nobles (patronos) o mártires, y para evitar el traslado (robo) de los cuerpos. Otros motivos para el sellado, fue la dificultad del mantenimiento de espacios con mucha humedad y oscuridad. Se impuso un uso sepulcral.
Catedral de Palencia. Cripta de San Antolín
La criptología, cuya etimología deriva de cripta, es la disciplina que se dedica al estudio y al desarrollo de técnicas de escritura secreta, es decir, a la codificación o cifrado de mensajes, para que resulten ilegibles u ocultos, para los que no conozcan el código de acceso. La criptología se utiliza con frecuencia para ocultar secretos de gran valor, lo que es una analogía con las criptas selladas en la tradición cristiana. En nuestro mundo tecnificado la criptología está al orden del día y lo invade prácticamente todo. Quien iba a decir, que nuestra mente funcionaría de la misma manera, ocultando secretos en el subconsicnte.


3. Freud y el hombre lobo

Las fobias relacionadas con la histeria, como caso específico de neurosis, propiciaron el inicio del psicoanálisis Al caso de Anna O. le siguió el así llamado de Juanito, pero el caso más importante, más documentado y más controvertido de Freud, fue el denominado "hombre de los lobos", que incluye también una fobia. Una fobia a los animales, a los lobos. El paciente (el hombre de los lobos o el hombre lobo, para abreviar) se llamaba Pankejeff (Serguéi Konstantínovitch Pankéyev), quien sufría de una grave neurosis y pesadillas recurrentes, que le impedían tener una vida normal. Freud interpretó los sueños del paciente, concluyendo que estaban relacionados con un trauma sexual de su infancia. Y supuestamente lo curó.

Pankejeff acude a Freud a los 23 años ante diversos trastornos y una invalidez casi permanente. Este le hizo dos tratamientos: 1910-1914 y 1919-1920. Luego hizo un tercero con la doctora Mack-Brunswick, 1926-1927. A partir de 1945, la Fundación Sigmund Freud le asignó un sueldo a cambio de no abandonar Viena y vivir en el anonimato, hasta su muerte en 1979, para no alardear su falta de curación total. En 1971 Pankejeff publicó sus propias memorias, llamadas como no, El hombre de los lobos por el hombre de los lobos, donde desautorizó las intrepretaciones freudianas de su sueño.
Pankejeff y Freud

Simplificaremos este complejo caso al máximo. El paciente relata a Freud, que habiendo sido hasta los cuatro años, un niño completamente normal, a partir de ese momento sufrió una alteración disruptiva del carácter. Se mostraba siempre descontento e irritable. Este cambio parece coincidir con un miedo atroz a los animales, especialmente a los lobos, de lo que su hermana se aprovechaba para mortificarle. Solía mostrarle una estampa de un libro de cuentos en la que aparecía un lobo andando a dos pies, que desencadenaba en él un terror inmenso. Estos miedos se transformaron en poco tiempo, en un trastorno obsesivo de contenido religioso. Antes de dormir tenía que rezar durante horas, santiguarse numerosas veces y besar todas las estampas religiosas, que colgaban de las paredes. Sin embargo, al tiempo que rezaba no podía dejar de blasfemar, lo que le obligaba por penitencia a prolongar infinitamente sus rezos.

Freud en sus múltiples sesiones, transcribió el famoso sueño de los lobos contado por el paciente, del que derivó el título del caso y se convirtió en la piedra angular del análisis de la neurosis y de su supuesta curación. En el sueño en cuestión, el paciente veía unos lobos blancos, inmóviles, con grandes colas como lo zorros, encima de un nogal, que le observaban fijamente. El paciente no podía soportar la escena y gritaba por el miedo a ser devorado por ellos y luego despertaba. La última interpretación de Freud al respecto, afirma, que ya que el paciente tuvo malaria a una temprana edad, y por tanto, solía dormir en la habitación de los padres, debió contemplarlos mientras hacían el amor. Incluso en una posición especialmente significativa, en la que quedan a la vista los genitales, erguido el padre, y agachada, en posición animal, la madre. El lobo, que tanto miedo y respeto inspira, parece simbolizar al padre. Freud cree, que el sueño esconde la contemplación a una edad temprana por parte de Pankejeff de este hecho traumático, llamado escena primordial. Poco después, las creencias religiosas le permitieron sublimar la relación con su padre y superar la zoofobia. Identificándose con Cristo, ya que había nacido en Nochebuena, podía amar al Padre sin sentirse culpable y sin tener, por tanto, que ejercer represión alguna sobre sus deseos homosexuales, que manifestaban el secreto deseo de adoptar el papel de la madre.
Dibujo del mismo Pankejeff
Las conclusiones de Freud sobre esta neurosis infantil obsesiva, han sido duramente criticadas no sólo por la misma tradición psicoanalítica, sino también por la psiquiatría y la filosofía. Sin embargo, el caso de estudio del hombre de los lobos, ha pasado a ser un meta-caso. No sólo existe una historia clínica, si no multiplicidad de análisis y comentarios, incluso hechos establecidos. El caso se ha convertido en un texto abierto a interpretaciones, más allá del mismo paciente y más allá del mismo Freud. El discurso de Pankejeff ha sido diferido, diseminado y diferenciado por la tradición psicoanalítica, como un laboratorio para contrastar sus más diversos análisis. A todas las interpretaciones del discurso del hombre de los lobos, una entre todas, ha sido especialmente reveladora. 


4. Abraham-Torok y la sinonimia encriptada

Nicolás Abraham y María Torok, eran unos psiquiatras húngaros, que trabajaban en el Hospital Psiquiátrico de París y tuvieron una idea original. Cuando tenían un paciente psicótico, que deliraba, anotaban el delirio palabra por palabra. Y cuando venían los padres, les contaban de lo que había hablado su hijo. Así se dieron cuenta de que, en todo el delirio, había elementos completamente irreales, pero también algunos reales. Y elaboraron la hipótesis de una problemática psíquica familiar, transgeneracional, que el niño llevaba dentro de sí. Entonces empezaron a hablar del inconsciente del clan, del inconsciente familiar. Aquí encontraron un repertorio de elementos, que tenían un denominador común. El niño que está delirando es el representante de una carga emocional, que no ha sido provocada por un suceso inmediato. El denominador común es la vergüenza, de decir algo traumático, que ha pasado en el clan familiar, como asesinatos, suicidios, fallecimientos en general, robos, herencias, adulterios, incestos, violaciones, hijos fuera del matrimonio. Estos secretos son cosas de las cuales no se debe hablar. No hay que decirlas, ni escucharlas. Las palabras que no pudieron ser dichas, las escenas que no pudieron ser rememoradas, las lágrimas que no pudieron ser vertidas, son conservadas en secreto, encriptadas. La necesidad de mantener el secreto, obedece a una lealtad inconsciente con el objeto de amor, el ancestro, puesto que su revelación provocaría un sentimiento de culpa en el descendiente. Algunos han llamado a este proceso, identificación alienante. Esta identificación es alienante, porque el sujeto que repite no sabe lo que repite y se apropia de un trauma inconsciente no elaborado, que le impide acceder a su auténtica identidad y construir su propia biografía. 

En 1976 estos psiquiatras publican un libro sobre el célebre caso del hombre de los lobos, llamado Le Verbier de L'homme aux loups (traducido al inglés como The Wolf Man's Magic Word: A Cryptonymy en 1986, edición utilizada aquí), en el que utilizan sus técnicas de análisis lingüístico con perspectiva familiar. El libro se publica gracias al profesor Paul de Man, amigo del filósofo Jacques Derrida, que en su estilo habitual, hizo un "pequeño" prólogo ("Fors: The Anglish Words of Nicolas Abraham and Maria Torok") para el libro, de nada menos que 40 páginas, para un libro de 80. Derrida, uno de los filósofos contemporáneos más decisivos, conocido por ser el origen del deconstruccionismo y por haber desmontado la tradición de la metafísica de la presencia occidental, marca el libro como una de las contribuciones definitivas del psicoanálisis.

Freud inspirado por el caso del hombre los lobos, hizo una distinción esencial entre duelo y melancolía. El duelo es el proceso de superación de la perdida, consistente en la separación del yo del objeto perdido. La melancolía es el duelo no resuelto y por tanto, la persistente identificación con el objeto perdido, que puede llegar al extremo, en el cual el mismo yo es convertido en parte de la misma perdida. Abraham y Torok, desarrollan esta idea con los conceptos de introyección, proveniente de Ferenczi y de incorporación. La introyección sería el duelo interiorizado, colocado en un sitio mental a través de un objeto sustitutivo, mientras la incorporación, designaría al objeto traumático, que queda interiorizado. La mente elaboraría lo que los autores llaman una criptonimia, es decir, una encriptación de sinónimos o sinonimia encriptada, un sistema de sinónimos (criptónimos literalmente, en palabras de los autores, como fusión de cripto y sinónimo), para no nombrar las palabras de lo innombrable, del hecho traumático. El duelo se mantiene en suspenso, mediante la creación de una tumba intrasíquica, una cripta psíquica pero que es también semántica, porqué sólo se puede acceder a través del lenguaje. La cripta niega la perdida, y el objeto del afecto es enterrado vivo, como mecanismo de defensa, de protección. Es el entierro de una experiencia inadmisible, una represión del objeto, donde habitan lo que los autores llaman fantasmas del duelo irresuelto. La melancolía emergería como una reacción a toda amenaza a la cripta protectora, el sujeto pasa a identificarse con el objeto perdido, como forma de protegerlo de la posibilidad de ser objeto de duelo. Pero encriptar no se hace solo, es un acto de comunicación, es precisamente una práctica lingüística transgeneracional.


5. La cripta del hombre lobo y la trampa para psicoanalistas

Abraham y Torok realizan una resolución forense del complejo caso del hombre de los lobos. Una curación póstuma. En este caso tenemos una riqueza lingüística, un carácter polisémico de los delirios de Pankejeff, del que Abraham y Torok se sirvieron en su análisis. El poliglotismo es inherente a todo el caso. La madre hablaba con Pankejeff en ruso. La lengua de la cura con Freud y otros psiquiatras, era el alemán. La lengua inglesa era la de la niñera del paciente, que también lo traumatizó. Los autores añadieron una cuarta, la francesa, lo cual les permitió subrayar, que el yo separado del paciente, llevaba consigo "una cripta", el lugar de todos sus secretos inconscientes.

Los autores señalan la extrañeza, que representa la dificultad de interpretación del sueño de los lobos, más como un síntoma en sí mismo, que como una normalidad del delirio. El sueño se escapa a su comprensión y el paciente no ayuda con sus aclaraciones. Sin esta peculiaridad, el hombre de los lobos, no sería más que un paciente ordinario. Su enigmático relato suspende la cuestión sobre la verdad y la falsedad, de lo supuestamente acontecido en la llamada escena escena primordial. El sueño no es comprensible y ahí reside su verdad, no en que reprima algo, sino que es en si mismo una construcción lingüística, para evitar distinguir entre fantasía y realidad. Una estrategia inconsciente para ocultarse y disfrutar al tiempo, de su condición de testigo y victima del trauma infantil del coito de sus padres. El hombre de los lobos construye inconscientemente un discurso, que obstruye la comprensión del sueño. La misma vida del paciente es una evasión de la narrativa, para no tener que pronunciarse sobre lo que le afecta. Una permanente indecibilidad.

La historia psicoanalítica del caso del hombre de los lobos, se basa en dos líneas explicativas opuestas. Una que prima el trauma, es decir un hecho real, y otra que se basa en la fantasía, o sea, en la fabulación propia del delirio. El espacio intermedio entre dichas alternativas, es la creación original del hombre lobo, de su narración vital. Aquí no se trata de una simple represión sexual, sino una exacerbada y dolorosa dualidad dentro de el yo. El resultado es una tensión constante en la vida fantasiosa del hombre de los lobos, cuyo objetivo es mantener las dos mitades incompatibles de su yo. El único propósito es preservar ese no lugar o cripta, para la satisfacción sexual, en un lugar donde la satisfacción sexual ya no debe tener lugar.
Pankejeff y esposa
Abraham y Torok teorizan un mecanismo de incorporación mediante el cual, demandas contradictorias creadas dentro de un entorno lingüístico, producen condiciones en las que un deseo todavía no formulado en el individuo, no puede ser ni expresado, ni rescindido. Este deseo se incluye y se mantiene en la mente a través de una estructura simbólica, que niega su existencia. El deseo es silenciado por esa red significante denominada cripta por los autores. La creación original del hombre lobo, consiste en elaborar una obra de ficción verbal y somática, que hace referencia a las palabras usadas para describir el supuesto evento. El individuo desconoce los contenidos de su propia cripta, ya que éstos no han sido reprimidos, sino transferidos. No se ha llevado a cabo el proceso psicológico de introyección y por lo tanto, ni el ello, ni el yo, son responsables de este mecanismo.

Según los autores, Pankejeff el problema no sería tanto la represión de la escena primigenia, sino, la ocultación de los secretos concernientes a su hermana mayor, que el hombre de los lobos tanto quería olvidar como preservar. Encripta a su hermana mayor, como una idealizada alteridad en el interior de sí mismo. Heredada. El paciente comunicó estos secretos de manera críptica, a través de palabras, que se esconden detrás de otras palabras, como jeroglíficos, juegos de palabras, etc. Por ejemplo, el número de lobos. En la primera descripción del sueño el hombre lobo habló de 6, para corregir a 7 y luego, en el famoso dibujo vemos a 5.  En ruso 6 [Shiest] significa también mástil, simbólicamente, el falo. Otras palabras relacionadas son [Shiestiero] y [Shiestorka], es decir, seis personas. Contaminada por el [Schwester] en alemán [hermana]. Cuando Pankejeff se refiere a "grupo de seis lobos", no se refiere a una multiplicidad, sino a la hermana. La relación entre lobo y hermana encontrada, se opera leyendo el relato de los sueños en ruso y buscando el sustrato de las fobias en el idioma alemán. El lobo no representa al padre como en Freud, sino a la hermana. Sabemos que la hermana intentó seducirlo de niño y luego de mayor se suicidó, lo que agravó los traumas infantiles del paciente. La hermana se llamaba [Anna] lo que en la mente enferma del paciente bloquea el significado [Anal]. Pero lo más importante es que la hermana, siempre preferida por el padre, tuvo -según se interpreta de los relatos del paciente, aunque él no lo confiesa-, una relación con el padre, que le transmitió a su hermano, el que sin ser consciente la siguió ocultando, pero también disfrutando secretamente de manera no consciente. La hermana es así entendida como el único medio posible de combinar dos roles incompatibles: el de ideal del yo y el del amor del objeto. Fue el único modo de amarla con el fin de no aniquilarla y de aniquilarla para no amarla. Gracias a la incorporación, el insoluble conflicto entre la agresividad y la libido, podría dejar el objeto y la transferencia en el núcleo del yo. Y el Hombre Lobo tuvo, que llevar su marca indeleble en la estructura misma de su yo, es decir, en la suma de sus introyecciones. Lo que tuvo una inmediata consecuencia: seducido por la hermana, ya que esta supuestamente había seducido al padre, no pudo escapar a una segunda incorporación, la del padre y de su propio falo, que no dejó de coincidir en secreto con el padre. Por lo tanto, existió una exigencia doble y contradictoria: el pene del padre no debe perecer, ni disfrutarse. De lo contrario él, el hombre lobo, sería aniquilado. 
A bunch of psychoanalysts
Para Freud histeria y sueño, eran productos de la fantasía, mientras que para Abraham y Torok, son construcciones lingüísticas, que esconden una percepción de la realidad. Mientras que Freud conjeturó una escena primaria traumática latente en el sueño, Abraham y Torok, definen al sueño como un construcción lingüistica, como sistema de ocultación no de un trauma, sino de un deseo inconfesable. Es difícil aceptar, que Freud consiguiera, de Pankejeff, la comprensión de un trauma cuando era un niño de un año y medio y la creación tan elaborada del sueño a los cuatro.

El hombre de los lobos al igual que Papenheim, lejos de ser un caso que asienta al psicoanálisis lo deconstruye de raíz. El hombre de los lobos creó un enigma de sí mismo, un engaño para psicoanalistas. Realmente no quería curarse, pero tampoco lo sabía. No estaba enfermo en la manera en que creía Freud.


6. La deconstrucción del psicoanálisis

El filosofo francés Onfry ha acusado a Freud de charlatán, afirmando, que el psicoanálisis no cura nada, que es una pseudociencia, que sólo se beneficia del efecto placebo. Pero es mucho peor. El psicoanálisis nació como cura de una enfermedad inexestente, como práctica discursiva para encubrir la represión sexual de las mujeres, provocada por el temor de los hombres. El mismo Freud en su vida privada, no destacó especialmente por tener una vida sexual completa y sana. Fue un producto de su tiempo. De hecho, poco después de sus orígenes teóricos en la histeria femenina, Freud dedicó sus esfuerzos a la investigación de la neurosis infantil, como objeto más neutro de estudio, que el del género femenino. Sin embargo, con ello siguió transmitiendo de manera menos evidente, pero no menos intensa, su visión androcéntrica represiva de la libido femenina. Lo que indica una dislocación de la investigación y una supeditación del objeto femenino. Freud sustituyo el masaje genital para curar la histeria, por su sublimación en el proceso de transferencia. El mismo Bauer notó que algo iba mal cuando le atrapo la trasferencia de Papenheim, y abandonó la praxis.  El psicoanálisis freudiano condena a una cripta a la libido femenina. Papenheim fue una víctima de su época, del puritanismo victoriano. La sexualidad libre y salvaje de las mujeres, atemorizaba a los hombres, que preferían la seguridad de una relación cosificada en la prostitución, antes de sentir amenazada su falsa seguridad por su esposa, merecedora de una relación, que aceptara la sexualidad femenina en igualdad de condiciones. En el psicoanálisis la mujer es definida como castrada, como falta de falo, lo que objetiva, la degradación de su sexualidad a imperfección y la preponderancia de la visión masculina. El hombre, en cambio, sufre de complejo de castración, pero en realidad, esto significa su latente amenaza por lo femenino, y el intento de ocultar, que la vagina de la mujer siempre es su origen y su espejo donde se compara, y no al contrario, el falo. Papenheim, demostró, que no estaba loca, sino que simplemente no se sentía bien en un mundo androcéntrico. Ayudó al nacimiento del psicoanálisis, pero mientras ella desencriptó su deseo y lo sublimó en la lucha política, Freud lo encriptó en unas fobias. Lo que si es cierto, es que Freud construyó una poderosa herramienta semántica, para la comprensión profunda de la mente, descubriendo, que no todo está dado a nuestra conciencia, pero como todas las hermenéuticas, transmitió las categorías de su cultura sin profilaxis alguna. Desde nuestra perspectiva es fácil ver esto, por lo que a pesar de sus errores de principio y de su ineficiencia terapéutica, hay que reconocerle el mérito de haber desarrollado una filosofía práctica, que ha cambiado nuestra historia para siempre. Y a muchas personas, para bien.

Y os dejo con un pequeño desafío. Ave César.

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