Somos enanos a hombros de gigantes: de Plutón a 2012 VP113 y más allá

El 24 de agosto de 2006 un puñado de astrónomos con tan sólo 93 votos a favor, decidió dejar a Plutón fuera del selecto club de planetas de nuestro Sistema Solar. La resolución 6A de la 26ª Asamblea General de IAU (International Astronomical Union), creaba una nueva e insultante categoría de cuerpo celeste llamada "planeta enano", en la que se incluyó al pobre Plutón.  Aún hoy en día, muchos libros de texto -no sin orgullo-, pero completamente erróneos, consideran a Plutón como un planeta.
Selfi de Plutón de julio de 2015 con la cámara de New Horizons
No conocemos nuestra patria cósmica, no conocemos nuestros límites. Las resoluciones 5 y 6 de la IAU (Documento oficial y Nota de prensa), establecieron una nueva definición de planeta, en la que sólo entraban 8 cuerpos celestes: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. En la nueva categoría de dwarf planet o "planeta enano" se situó Plutón y posteriormente a Eris, Makemake, Haumea y Ceres, entre los más conocidos, y para el resto de cuerpos celestes, se decidió llamarlos provisionalmente "pequeños cuerpos del sistema solar". En general, se llamó objeto transneptuniano (TNO abreviado en inglés) a cualquier objeto del Sistema Solar cuya órbita se ubica más allá de la órbita de Neptuno. En virtud de una resolución de la IAU de 2008 los planetas enanos transneptunianos, han pasado a denominarse plutoides. Hasta entonces pensábamos, que el Sistema Solar se acababa con los planetas, sin embargo ahora sabemos, que el 90% de nuestro Sistema está más allá de estos. Pero tampoco estamos muy seguros de donde se acaba, ya que cada día encontramos más objetos lejanos, que orbitan el Sol.
El "nuevo" Sisema Solar
Así que tenemos un nuevo horizonte. Los planetas que estudiamos en el colegio han cambiado. Los que estudian nuestros hijos también. Y es que en los últimos años -por no decir días- nuestros conocimientos respecto a los límites del Sistema Solar, están cambiando radicalmente. Hasta ahora pensábamos, que el límite del Sistema Solar finalizaba en la Heliosfera, es decir, la zona de influencia del llamado viento solar o para entendernos mejor, la zona de influencia de las partículas solares y del campo electromagnético solar. La Heliosfera es como una burbuja, que de alguna manera protege al Sistema Solar de radiaciones extremadamente energéticas, como los rayos cósmicos, así como de cuerpos celestes inestables. Allí, en los confines de las Heliosfera, se encuentra uno de los grandes descubrimientos astronómicos: el Cinturón de Kuiper, que contiene más de 800 objetos planetoides, llamados cubewanos y plutinos. Una zona que se fusiona con este cinturón es el subsiguiente Disco disperso, donde se hallan algunos célebres planetoides como Sedna. Más allá de este, también se consideran TNO, pero ya en el espacio interestelar, es decir, fuera de nuestra Heliosfera, después de su último límite llamado bow shock del terminal shock (traducido penosamente como "arco de choque del frente de choque de terminación"), los objetos de la enigmática Nube de Oort.
La nueva geografía del Sistema Solar
Esta así llamada nube, -que de momento es una construcción teórica no verificada empíricamente, ya que no disponemos de instrumentos capaces de medir a tan largas distancias-, es una esfera gigante formada por la más extensa y dispersa serie de cuerpos celestes, que gravitan en torno al Sol. Se estima en billones de objetos. Si billones españoles. Se cree que esa zona es la fuente de todos los cometas de periodo largo como el Halley. Precisamente, ha sido en la Nube de Oort, donde el 26 de marzo de 2014, se ha descubierto el hasta ahora objeto más lejano de nuestro Sistema Solar, que recibe el bello nombre de 2012 VP113 (medido por el perihelio). Un planetilla de 450 Km de diámetro, presumiblemente rojo y helado, compuesto de metano y dióxido de carbono. La densa esfera formada por la Nube de Oort, constituye otra capa adicional de protección para el Sistema Solar.
La Nube de Oort y el Sistema de planetas solares al centro
Y lo que estamos descubriendo en los confines del Sistema Solar es gracias a los datos de la sondas y los telescopios de la NASA. Al igual que los exploradores del llamado Nuevo Mundo en el siglo XV, la NASA ha enviado varias sondas al espacio para descubrir nuevos datos de nuestro Sistema. En el 1977 se lanzaron las dos sondas Voyager 1 y Voyager 2,  que actualmente viajan al espacio profundo (Ver donde están los Voyager en tiempo real), el primero está en el llamado espacio interestelar, es decir, más allá de la Heliosfera, siendo la nave no tripulada, que más lejos se haya de la Tierra, y el segundo, se encuentra en la Heliofunda (en la zona límite de la Heliosfera). La misión Pioneer 10, lanzada en 1972, cumplió su objetivo de aproximarse a Júpiter, continuando su periplo más allá de Plutón, recibiéndose la última comunicación el 23 de enero de 2003. El Pioneer 11, lanzada en 1973, cumplió con el objetivo de aproximarse a Saturno, y continuó su periplo, sabiéndose exactamente donde se encuentra, también en los límites del Sistema. Todas estas sondas del tamaño de un lavadora con largas patas, siguen surcando el Universo con unas placas grabadas (o CD), como un mensaje en una botella, con información de nuestra civilización por si algún día son encontradas por civilizaciones extraterrestres.

Hemos pasado en pocos siglos de la exploración terrestre y la navegación marítima, a la exploración cósmica y a la navegación espacial. Hemos evolucionado de las míticas palabras:
"y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana" (jueves 11 de octubre de 1492, de las crónicas de abordo de Cristobal Colón, el 12 es cuando puso el pié sobre las Bahamas, día de la Hispanidad) 
A nuestro contemporáneo:
"Hello #Pluto! We’re at closest approach. Congrats to all! Follow our story & view new images using #PlutoFlyby" (13:50 - 14 julio de 2015, twitt de NASA New Horizons).

Siempre buscando los límites del espacio con sondas y todo tipo de telescopios. Recientemente la sonda New Horizons lanzada en 2006 ha llegado a Plutón, enviándonos preciosos datos y excelentes fotografías. ¿Pero y que hay más allá del límite, de la Nube de Oort?

No sabemos, pero hay algunas hipótesis interesantes. La primera es la controvertida Hipótesis Nemesis. Según esta hipótesis, nuestro Sol al igual que la gran mayoría de estrellas, formaría parte de un sistema binario. Su otra estrella se llamaría Némesis y se trataría de una enana marrón o un pequeño agujero negro. Cada 26 millones de años, Némesis pasaría cerca o entraría en la Nube de Oort, desestabilizándola y lanzando lluvias de grandes cometas en dirección al Sol, alguno de los cuales impactaría irremediablemente en la Tierra, lo que explicaría la aparente periodicidad de los grandes impactos y las extinciones masivas de especies. Hasta el momento no se ha encontrado ningún candidato definitivo para Némesis y su relación con las extinciones cada vez se pone más en duda.
Brown Dwarf o enana marrón candidata para Nemesis descubierta a 60 AU
Otra hipótesis es que la Nube de Oort pudiera estar colisionando con otra nube de otro Sistema colindante. Ninguna de las dos hipótesis aún ha encontrado suficientes pruebas para establecerse, pero en cualquier caso, lo que está claro es que nuestro Sistema interactúa con otros, ya que no está sólo en la Galaxia, aunque no sepamos exactamente como lo hace, ni donde exactamente. Los límites de nuestro Sistema, probablemente sean una difusa zona fronteriza con otro Sistema. Construir una nave espacial para superar los límites de nuestro Sistema y ver que hay allí, o buscar nuevas zonas habitables en nuestra Vía Láctea para establecernos, parece hoy utópico. Pero quizás más que difícil sospechamos, que sea simplemente imposible y nunca saldremos de nuestro Sistema Solar, ni siquiera de la Tierra. No volveremos a ser conquistadores. Condenados por nuestras limitaciones, nunca sobrepasaremos los umbrales de nuestra pobre inteligencia y de nuestro limitado conocimiento. Nuestros límites físicos son también mentales. Hay escalas cognitivas, que escapan a nuestro pensamiento y a nuestra capacidad de dominio. Sólo con un salto cualitativo de la especie, podríamos trascender esos límites, que significan la condición de posibilidad de nuestra existencia. A lo mejor, sólo podremos salir de nuestro Sistema Solar, dejando de ser humanos, siendo transhumanos o máquinas hiperinteligentes. Pero si dejamos de ser humanos, nunca recordaremos, que lo conseguimos y nos habremos perdido con el salto evolutivo. Entonces también podríamos pensar, que estamos aquí gracias a lo que fuimos en un remoto pasado, incluso cuando el tiempo no existía. Como dijo el filósofo Bernardo de Chartres: 
"somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vista ni la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura".

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