Santa María en el Infierno de Marussia

En mi juventud seguía las proezas de Emilio de Villota a través de la revista italiana Auto Sprint, cuando participaba en el campeonato Aurora Fórmula 1, que ganó en 1980 con un McLaren M23 blanco patrocinado por Iberia. Pocos conocen esta historia paralela de la F1 y menos reconocen la hazaña solitaria de Emilio, pero quizás por eso, cuando vi por primera vez a María en un box, como piloto de pruebas, empaticé al momento. Y empecé a seguirla. En los previos que realizaba para los programas de Lobato, se veía a una buena candidata para hacer un papel relevante en la F1. Una persona despierta, inteligente y dinámica, con una excelente actitud y gran motivación.  El 3 de julio de 2012 sufrió un gravísimo accidente en Duxford y el 11 de octubre de 2013 falleció en Sevilla por sus secuelas. En ese poco más de un año María dio unas lecciones de autosuperación, solidaridad y sabiduría, que siempre serán un ejemplo y una inspiración para todos.
Emilio y María de Villota
Y es que hay tanto que aprender de María de Villota.

Me sentí mal por ese absurdo accidente, que venía a sumarse a esa parte tenebrosa de la F1, de precariedad de medios y exigencias infinitas, que han segado la vida a más de un piloto de carreras. Todos los que hemos competido sabemos, que la ilusión puede con los riesgos. En mis tiempos llegué a correr media carrera con la barra de dirección del volante sin sujeción de mi kart, conduciendo como podía... Pero a veces los dioses se confabulan contra uno, cuando menos se lo espera, y entra en un callejón sin salida del que no puede escapar. Y eso es lo que pasó con María. 

Un cúmulo de fatales circunstancias le llevó a chocar con su casco la rampa del camión del equipo, con resultado de pérdida de un ojo y de una complicada fractura craneal. En primer lugar, el acondicionamiento de la improvisada pista de pruebas en el aeródromo de Duxford (Reino Unido), era muy poco profesional, especialmente en lo que respecta a la vía de deseleración con curva incluida y al box inexistente, sustituido por el macabro camión, con la rampa situada a la altura del casco del piloto. He ahí dos primeros elementos de inseguridad completamente imputables al equipo Marussia-Manor.
Emilio con un McLaren como con el que Fittipaldi ganó el mundial de F1
María ni siquiera había tenido una reunión previa con los ingenieros y desconocía el procedimiento exacto de parada. El accidente ocurrió justo después de la vuelta de instalación con los neumáticos y frenos fríos. Le fue imposible detener el coche al intentar por dos veces reducir las marchas. Al ver el camión María apretó el botón de marcha neutra para cortar la aceleración del motor, pero tampoco funcionó, lo que provocó que se activara el sistema anti-calado, que revoluciona el motor a 4.000 rpm. Esto la lanzó hacia adelante sin poder hacer la curva trazada con conos ya pesar de frenar, el coche se deslizó directo hacia el camión y la rampa se incrustó en el casco. No era la primera vez que María conducía un F1, con lo que no debe pensarse en una falta de experiencia. había hecho un test con la escudería Lotus. En los fallos mecánicos y falta de instrucción, también es responsable la escudería Marussia-Manor.

Recientemente, un informe del organismo público encargado de la investigación del accidente, el Health and Safety Executive (HSE), exculpó a Marussia-Manor del suceso y la corte británica archivó el caso. Aún no siendo un experto en derecho británico, a nadie se le escapa la enorme negligencia de la escuderia, que se desprende del mismo informe del HSE. Y por tanto, sorprende sobremanera esta absurda exculpación. No se hallaron testigos, ya que los mecánicos e ingenieros, que en un principio estaban dispuestos a declarar en contra de la escudería, seguramente fueron obligados a guardar silencio. Gracias a la voluntad de Pedro de la Rosa, presidente entonces de la GPDA (la hoy sumisa asociación de pilotos), a pesar de todos los impedimentos, consiguió organizar una modesta celebración en un box, alejada de las cámaras, justo antes de la celebración del GP de Japón en 2013. Lo sabemos, a la F1 no le gustan los accidentes desde Senna y oculta cuanto puede, e intenta diferir los fallecimientos por muerte clínica, hasta después de la finalización de las pruebas. La inmisericorde participación a nivel personal de Jean Todt, en el minuto de silencio de los pilotos, fue todo el apoyo oficial. Entre los pilotos, en el lado izquierdo, estaba un joven llamado Jules Bianchi, también miembro de Marussia-Manor, que sólo un año después, en 2014, en el mismo circuito japonés de Suzuka donde se había hecho el homenaje a María, tuvo un gravísimo accidente del que ha fallecido recientemente, después de permanecer nueve meses en coma.
Bianchi a la izquierda al lado de Pedro e la Rosa
El accidente de Bianchi, contempla preocupantes paralelismos con el accidente de Villota. Bianchi en una salida de pista bajo intensa lluvia, chocó con una grúa que estaba retirando otro coche, lo que le provocó un impacto en el casco de una fuerza de 254 G. Se considera, que el cráneo lo máximo que puede soportar es un impacto de 80 G. Bianchi intentó parar el vehículo sin conseguirlo del todo. En las conclusiones 7 y 8 del informe del accidente de la FIA se dice
7. Durante los 2 segundos que el coche de Bianchi abandonó la pista y atravesó la escapatoria, el piloto pisó el acelerador y el freno usando los dos pies. El algoritmo FailSafe está diseñado para desconectar el motor, pero fue inhabilitado por el Coordinador de Par, que controla el sistema Brake By Wire (BBW). El Marussia que conducía Bianchi tenía un diseño particular del sistema BBW, que ha resultado ser incompatible con los protocolos FailSafe.
8. El hecho de que el FailSafe no desconectara la potencia que el motor traslada a las ruedas pudo afectar la velocidad del impacto, aunque no ha sido posible cuantificar cuánto.
Es decir, que el piloto quiso cortar el motor para reducir drásticamente la velocidad, pero el coche no lo hizo, con lo que la velocidad del impacto fue demasiado elevada. Otras nefastas y concurrentes eventualidades, hicieron que el impacto con la grúa fuera el peor posible. Tristemente la FIA sólo encuentra responsable al piloto del accidente. Demasiadas cosas fallan en Marussia-Manor y probablemente hay una telemetría, que podría aclarar el tema, pero que nunca aparecerá en público. María sufrió un accidente en julio y murió en octubre, Bianchi tuvo el accidente en octubre y murió en julio, a los dos un motor que no quería apagarse, empujó sus cascos contra unos vehículos de asistencia, que nunca deberían haber estado allí. Lo que está ocurriendo en el circo de la F1 es deleznable. Marussia-Manor sustentada por acreedores como Mclaren y Ferrari y algunos oscuros accionistas, continúan en activo para limpiar la cara de la F1, más que la del propio equipo. Un excelente piloto español, Roberto Mehri, ha sido reclutado para frenar las iras del aficionado español, un cambio de nombre del equipo intenta servir para pasar página, al que se añadirán algún día, un cambio de color e incluso una venta a otros accionistas. De este modo, Marussia-Manor y su negro pasado, se habrán diluido ante el clamor de los aficionados. La mejor manera de olvidar no es inhabilitar a un equipo y dejar una mancha negra para la F1 de por vida, sino transformarla en algo agridulce más fácil de tolerar y olvidar. Todo rezuma a pacto ecclestiano para el show must go on. El apagón de medios es increíble, con la excepción del inefable Javier Rubio en el Confidencial y Marca (Marco Canseco y otros), a los que no podemos citar debido a la estulta LPI. Los que tienen derechos de la F1 no pueden poner el dedo en la llaga, y aunque todos en este país estamos con la familia, poco pueden hablar de esta vergüenza o se atreven a hacerlo.

Pero hablemos de lo bueno. Después del accidente, también seguí muy de cerca la recuperación de María. Todos pensábamos en la gran desgracia de una carrera truncada por un absurdo accidente con el resultado de una grave lesión. Pero María volvía a sorprendernos con su enorme optimismo y sabia clarividencia. Más abajo ofrecemos algunos testimonios audiovisuales, que lo prueban. La hemos oído decir cosas como "veo más ahora que cuando tenía dos ojos", para expresar como una experiencia limítrofe con la muerte, te abre a las cosas realmente importantes, o "los enfermos son mi nuevo equipo", haciendo referencia a sus labores solidarias con la Fundación Ana Carolina Diaz Mahou (ver Carta homenaje). En definitiva, el testimonio más recomendable es leer su libro, La vida es un regalo, que salió a la venta tres días después de su fallecimiento, porqué entre otras cosas, nos ayuda a despertar de la inercia cotidiana, que nos insensibiliza ante lo importante: “y un día te das cuenta de que vivías dormido, pasabas a ciegas y sentías a medias”.

Desde aquí un respeto enorme a la familia por su entereza y discreción, pero no menos determinación en buscar la necesaria justicia. "Dios te salve María, llena eres de gracia".






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