El negro pasado y el negro futuro del negro carbón

Margaret Thatcher solía decir "no me importa lo mucho lo que hablen mis ministros, siempre que hagan lo que yo les digo". Esa mujer de fuertes convicciones, tuvo durante un año en vilo al país, mientras echó el mayor pulso, que se recuerde a una huelga de mineros del carbón. Y salió vencedora, con lo que se ganó el apodo de "dama de hierro", mientras miles de familias fueron condenadas a la peor pobreza conocida. El carbón es el recurso, que mejor simboliza la industrialización. Las minas de carbón y los mineros han estado en el centro de todas las batallas sindicales históricas y recientes. Las últimas minas cerradas en España tuvieron violentas protestas, que se llegaron a calificar de "intifada española". Pero el carbón se acaba. Como se podía leer en un informe de Goldmand Sachs del 26 de enero de 2015 "el carbón ha alcanzado la edad de la jubilación".

Las luchas y revueltas capitaneadas por los mineros, han sido sustanciales en los avances del movimiento obrero y sindical, que han conformado muchas garantías sociales de las que todos disponemos hoy. No se puede explicar la historia del capitalismo sin ellas. En el caso español, en 2012 se redujeron fuertemente las subvenciones, lo que desencadenó una serie de violentas luchas de los mineros, que culminaron con una marcha a Madrid a la que se añadieron 10.000 personas. Pero es que no hay más de 4.000 mineros en España, había más manifestantes solidarios, que mineros afectados. Lo que significa, que con el carbón se ha acabado una época. Recientemente el The New York Times Magazine ha dedicado un nostálgico artículo a las últimos mineros españoles (The Last Coal Miners of Spain), con excelentes fotos de Pierre Gonnord. Las minas de carbón además de por las luchas obreras, son trágicamente conocidas por sus desastres. El carbón es un combustible que en combinación con los gases de las minas, en ocasiones explota sin previo aviso. Es larga la lista y las bajas de estos accidentes en todo el mundo, por lo que los mineros de carbón hacen parte de la mitología de la industrialización, de su parte más negra. La otra cara del progreso. Muchas canciones, como la popular "Soy minero" de Antonio Molina, "La canción de minero" de Victor Jara o himnos como "Santa Barbara", han recogido el coraje y la dureza, que han distinguido desde siempre a los mineros.  Por eso, la vida dura de la mina, ha dado pié a múltiples historias.
Entre el cielo y la tierra, entre la mina de carbón y el espacio interestelar, nos gusta la historia de Homer H. Hickam, Jr. La conocemos por su autobiografía y por la película October Sky, que recomiendo especialmente para jóvenes. Hickam fue el hijo de un minero de carbón y mientras el padre deseaba, que su hijo siguiera su camino, eligió otro completamente contrario, como suele pasar. Hickam se inspiró en el Sputnik para estudiar ingeniería de cohetes desde los 14 años y realizar sus propios prototipos, hasta llegar a trabajar para la NASA, donde fue entrenador de astronautas destinados a los EVA (ver EVA al desnudo: paseos de película) e ingeniero aeronáutico responsable del Hubble. También es escritor de ciencia ficción. Mientras su padre miraba hacia las profundidades de la tierra, su hijo miraba al cielo como la liberación de ese mundo oscuro. Una historia inspiradora. Quizás la alternativa al carbón esté en el espacio, pero no en la tierra.

El carbón al igual que el petróleo tiene su fecha de caducidad. En el Reino Unido el pico de la producción de carbón fue en 1913. Thatcher puso punto y final a una época de esplendor, que permitió al Reino Unido ser la locomotora del mundo en la primera industrialización, pero ya se hallaba en plena decadencia. EEUU también sobrepasó su pico en los '90. Según los más pesimistas, el pico de la producción mundial de carbón también podría haberse superado. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Newcastle en Australia estima, que el pico podría producirse entre 2010 y 2048, aunque hay bastante acuerdo, en que el pico de la producción mundial de carbón se puede producir en torno al 2025. En China el mayor productor y consumidor, tendría lugar en 2030. Por si eso no fuera poco, los científicos han empezado a reconocer, que los datos de las reservas mundiales de carbón utilizados en las estadísticas macroeconómicas, se han estado inflando con yacimientos no probados durante mucho tiempo. Las estimaciones de los recursos mundiales de carbón se han revisado constantemente hacia abajo en un 55% en los últimos 25 años, pasando de 10 billones de toneladas HCE (equivalente hulla) en 1980 a alrededor de 4,5 billones de toneladas HCE en 2005. Algunos países como Alemania las han reducido en un 90%!!

El carbón sirvió primero como combustible para la maquina de vapor, elemento esencial de la motorización de la industria, para el ferrocarril, corolario del transporte comercial y de personas, y sobre todo para la generación de electricidad. La mayor parte de la electricidad se produce gracias al carbón, pero el carbón se está agotando. Pero no sólo eso, lo más grave e inmediato es que está dejando de ser rentable su extracción.También hemos superado el cenit de la rentabilidad de las minas de carbón. 264 minas se cerraron entre 2011 y 2013 sólo en EEUU. La mayor empresa privada de carbón, Peabody Energy, perdió recientemente hasta un 80% de su valor en bolsa. En total la industria americana del carbón ha perdido el 75% de su valor en 5 años. Uno de los peores efectos de que la rentabilidad esté comprometida, es que las inversiones son demasiado arriesgadas para llevarlas acabo, incluso muchas es preferible pasarlas a pérdidas, que seguir con ellas. Las desinversiones en la industria del carbón están al orden del día.


Las consecuencias a medio plazo de esta situación son un aumento generalizado de precios del carbón. Estos incrementos afectaran a toda la economía, especialmente al precio de la electricidad. La disponibilidad de la electricidad se verá comprometida, lo que determinará una gran presión para conseguir la mayor eficiencia energética, unas políticas para el ahorro e incluso la puesta en marcha de restricciones y prohibiciones en su consumo. También se observa históricamente, que los precios del carbón son sensibles a la escasez de petróleo, lo cual indica que ante la crisis inevitable de la escasez masiva de producción de petróleo, este fenómeno de los precios del carbón y de la electricidad, se agravará enormemente. Esto tendrá una influencia decisiva en el ecosistema digital global, provocando el colapso digital (ver El efecto Séneca y los escenarios del colapso digital). Los expertos ya nos han advertido de esta situación, -que los políticos conocen muy bien aunque no hablen de ello-, que necesita una decisiva intervención coordinada a nivel mundial:
"Las naciones deben comenzar inmediatamente a planificar los precios más altos de los combustibles fósiles y hacer las máximas inversiones posibles en eficiencia energética y la infraestructura de energías renovables. Incluso entonces, el mundo tendrá que aceptar una desaceleración del crecimiento económico", Heinberg, R. y Fridley, D. "El final de carbón barato", Post Carbon Institute, 2011.
Iniciativas como la Sociedad 2000 vatios son muy interesantes. Iniciativa visionaria del 1998 del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en la que se propone reducir el consumo promedio hasta los 2.000 vatios por persona año para el año 2050. Actualmente, la media mundial está en 5.000 vatios, 6.000 en Europa y 12.000 vatios en EEUU. Si esto se consigue, el siguiente objetivo sería ir a por los 500 vatios. Sin embargo, aunque todas estas medidas son más que necesarias, no nos van a salvar de un duro decrecimiento. Algunos piensan, que existen sustitutos para el carbón o que la energía lo solucionará todo. Nada más erróneo. Existen problemas de ingeniería, que puede resolver la tecnología, en extracción, producción, eficiencia, almacenamiento y distribución, pero la tecnología no es la energía, la energía es la que es. Incluso podemos añadir, que en buena parte, la crisis de la energía viene dada por una combinación de tecnología y de crecimiento económico. Con respecto a las alternativas, la única racional y duradera es la de las energías renovables.

Sin entrar en demasiados detalles aburridos, las energías renovables, que son un conjunto muy diverso de energías (solar, eólica, biomasa, hidroeléctrica, etc.) tienen diversos inconvenientes. Algunas de ellas son intermitentes, si no hay sol o no hay viento, no se produce energía. Hoy en día, como no sabemos almacenar estas energías con eficiencia, no podemos tener un flujo continuo de energía. También tenemos dificultades con el el transporte y la distribución. Simplificando mucho, sería como decir, que si hace sol podemos tener electricidad y si no no. Nos deberíamos sincronizar más con la naturaleza. Por eso, hoy en día el propósito es una combinación de energías fósiles y renovables, en un intento de alargar las fósiles el máximo posible y de rebote reducir las emisiones de CO2. Alemania, uno de los países punteros en renovables, sólo ha llegado al 20%. A día de hoy, no podemos de ninguna manera prescindir de las energías fósiles y respecto a las renovables, no sabemos que porcentaje podremos alcanzar antes del colapso. Algunos dicen un exiguo 10%. La densidad energética, es decir, la cantidad de energía por unidad que un recurso energético puede generar, en el caso de las renovables es extremadamente baja. También la TRE (Tasa de Retorno Eneregética) de las renovables es muy reducida, esto hace muy difícil la sustitución de todo lo que gastamos en energías fósiles por renovables.


Las energías renovables son además captadas con sistemas no renovables, es decir, es utópico pensar en construir y desplegar las células fotovoltáicas o los aerogenradores sin energías fósiles. La utilización de renovables requiere un cambio social y económico fundamental, para que esa generación de energía sea una forma de vida distribuida y no sólo un negocio concentrado de unas pocas multinacionales. Llenar el desierto del Sahara de placas de energía solar, es hoy por hoy imposible, desde el punto de vista de la ingeniería, pero si lo fuera, probablemente sólo pudiera hacerse a base de nuevas guerras y colonizaciones.

Por último, resaltar, que si sobrevivimos al inevitable colapso energético, al decrecimiento bestia al que nos enfrentamos, tendremos que vivir con menos y volver a convivir de una manera simbiótica con la naturaleza, con la tecnología que dispongamos. Entonces, competiremos con la misma biosfera por los recursos energéticos y tampoco podremos controlar los riesgos de cambio climático, que puedan ocurrir inesperadamente.

En resumen, tenemos varios fenómenos, que convergen en la aceleración de las dificultades de la producción de carbón como energía y que hacen que sea imposible sustituirlo, lo que nos aboca a cambios sociales sustanciales a corto plazo:
  1. El haber pasado el pico de la producción
  2. La escasez de reservas para la demanda exponencial (China necesitará doblar su consumo cosa que es imposible)
  3. La revisión de las reservas a la baja debido a restricciones geológicas
  4. La ley de los rendimientos decrecientes, que hace que cada vez sea más caro y menos rentable extraer carbón y hace que otras fuentes de energía a pesar de tener una TRE y una densidad energética inferiores, son ahora más baratas de producir (aunque quien saber por cuanto tiempo)
  5. El hecho de que el petróleo en su descenso de disponibilidad, llevará a intentar sustituir parte de él con el carbón y esto sólo agravará los problemas
  6. El hecho que ni el petróleo, ni el carbón  son sustituibles por energías renovables
  7. La gravedad de las emisiones de los combustibles fósiles de los cuales el carbón es uno de los mayores responsables y las regulaciones que las limitan

El fin cercano del carbón y del petróleo no es un problema científico, es un problema político, económico y social, que nos compete a todos. Los científicos proponen soluciones racionales basadas en el entendimiento, la cooperación y la racionalidad. Los entiendo, pero no funciona así. Nada de esto ocurrirá sin un movimiento social que luche por ello, como el de los antiguos mineros. Necesitamos más intelectuales sociales y políticos en este tema. Una transición no es posible como la imaginan muchos científicos, discutiendo en una mesa o en los parlamentos. La única transición, que podremos ver en el actual contexto es la asimétrica, donde unas élites conseguirán monopolizar la energía en su beneficio, mientras la sociedad se debatirá entre la autodeterminación energética fuera del sistema y la subyugación dictarorial de las élites. Tampoco creo como muchos científicos, que el sistema económico actual sea incapaz de sobrevivir a un decrecimiento o que la la ley de los rendimientos decrecientes determine el fin del capitalismo. El sistema se adapta. El decrecimiento del capital funcionará como una apuesta en corto del sistema, capaz de extraer rentabilidades en la disminución del valor económico, con marginalidades pequeñas, pero suficientes para mantener un diferencial atractivo. 

Miramos con nuestros ojos al espacio en busca de soluciones, animados por una concepción cósmica de la política (ver Cosmología Política). Aunque eso aún queda lejos o quizás sea imposible para el género humano, es precisamente esa concepción la que tiene, que hacernos ver el mundo de otra manera. Hoy no conocemos más mineros, que los de bitcoins y más luchas que las de los ciberactivistas, pero un movimiento organizado para una nueva economía del bien común es clave.

Y para acabar con Thatcher, a mi la frase, que más me gusta es "en cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él". Ahí va eso, chicos.

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