Todo va bien o esperando a Superman

Al parecer todo va bien. Si uno mira las noticias, uno diría que el mundo esta loco, pero afortunadamente todo va bien. Muchas cosas van mal, pero vamos bien o eso queremos creer en nuestra capsula existencial. Nuestros políticos aunque desprovistos de toda credibilidad, consiguen hacernos creer, que la economía está mejorando. ¿Como lo hacen? Pues por que es lo único que queremos escuchar y es lo único que necesitamos creer, aunque no sea verdad. Nos gusta la película del todo va bien. No estamos preparados para otra cosa. The show must go on! Todo va bien. En serio ¿todo va bien?


Todo va bien, "tout va bien", fue una película sesantaochera de Jean-Luc Godard en la que se describía una huelga en una fábrica. Normalmente cuando todo va bien, es que todo va mal y algunos se benefician con ello. Esta sensación de bienestar es una anestesia provocada por una feliz narración de progresión y mínimo bienestar: hubo una crisis, pero hemos tomado medidas y ya estamos saliendo. Nadie puede creer que mañana una Supernova podría borrarnos del Universo. ¿Pero que somos dinosaurios o qué? Esto sólo ocurre en las películas. La extinición es inimaginable. A pesar del nihilismo y del cinismo, de la apolítica de la resignación y del pasotismo inconsciente, muchos piensan que todo va bien, porqué podría ir inmensamente peor y para eso están los múltiples focos de conflicto para mostrarlo. 

Pero nuestro deber de pensadores y activistas digitales, es deconstruir los discursos, las meta-narraciones sociales acríticamente asumidas, discretamente impuestas. El discurso de que nuestros Bancos Centrales y nuestros políticos, a pesar de todos los pesares, nos están salvando del abismo, es tan sólo un cuento de hadas, que un día no muy lejano tendrá un duro despertar. Recientemente hemos visto un descenso sorprendente del petróleo. El Barril Brent está sobre los 60 USD, un precio por debajo del actual nivel de rentabilidad de la gran mayoría de países productores. Rentabilidad entendida en que muchos países se apalancan en los ingresos fáciles del oro negro para subvencionar su economía, por lo que la bajada de precios les obliga a importantes reajustes.

Pero los cantos de sirena de los bajos precios, no auguran nada bueno. El problema del petróleo no es un problema más, es nuestro problema, es el problema de nuestra civilización. La escasez de petróleo pone en jaque a nuestra sociedad, a nuestra forma de vida, ya que depende de una manera directa o indirecta del petróleo. La demanda de petróleo y el crecimiento económico (aumento del PIB) han ido correlacionados desde hace décadas, pero ya no es así. Por más que se aumente la producción de petroleo o se amplíe la oferta monetaria, ya no crecemos. Los jóvenes que no tienen trabajo, no tienen coche. Sobran coches. La estrategia global de las grandes empresas petroliferas ha cambiado. Están desinvirtiendo fuertemente, están haciendo caja, antes que la contracción masiva de la demanda nos sume a todos en una recesión global. Las grandes empresas ya han entendido que si la economía no crece con la producción de petróleo y esta es cada vez mas cara, no van a poder sostener sus beneficios. Poco importa, que energéticamente aún se pueda conseguir un muy razonable TRE del 20. Poco importan los carroñeros juegos geopolíticos de la naciones por asegurarse los últimos resquicios de energía. El petróleo pronto no será rentable y las petroleras están abandonando el negocio y subsidiariamente están agravando la situación económica. La industria petrolera, no ya los intereses de las naciones, necesita precios por encima de los 100 USD. Incluso la burbuja financiera del fracking (ver shalebubble.org) ya ha explotado y no es sostenible, porqué no está dando los retornos esperados, ni se está encontrando suficiente petroleo liquido. Lo que índica la caída de los precios del petróleo es que nos encontramos en una economía internacional deprimida, que tendrá como consecuencia un colapso global de la deuda. Es imposible pagar deudas en una economía estancada o en decrecimiento. Los bajos precios del petróleo pueden llevar al default a muchos países y empresas.

Pero tampoco hay sustitutos para el petróleo. Allá donde miremos todo se agota: Carbón, Gas, Uranio, Silicio, Cobre, etc. Es lo que se llama peak everything. Casi todas las fuentes energéticas y materias primas, que utilizamos masivamente han pasado o están próximas a pasar su cenit productivo o extractivo. Esto significa que no podremos producir, ni vivir como hasta ahora. Ni siquiera las renovables están capacitadas para sustituir la necesidad de energía global. El consumismo ha muerto.
Parece que la montaña rusa empieza en 2015
La economía del crecimiento se ha visto seriamente comprometida y el decrecimiento nos abre a la economía colaborativa como única solución. Y no son precisamente unos cuantos ecologistas locos o decrecionistas recalcitrantes quien lo dicen. La misma AIE (Agencia Internacional de la Energía) en su último Informe (World Energy Outlook 2014), no puede ser más clara. No pueden esconderlo por más tiempo. Los datos son aplastantes. Mientras tanto, los medios de comunicación siguen con la película del todo va bien o del todo va mal, pero ni te imaginas como de mal pueden llegar a ir. Vamos en un tren sin frenos a toda velocidad directos al precipicio. El maquinista y sus ayudantes hace tiempo, que abandonaron el tren, pero por los altavoces se sigue diciendo, que todo va bien y anunciando la próxima parada. Los pasajeros aún no nos hemos enterado, que nadie está pilotando el caos y los que pueden están saltando del tren en marcha. Una de las causas fundamentales de la desaparición de las civilizaciones es no adaptarse a los cambios exigidos por la escasez repentina de las materias primas o de energía. Las que se salvaron fue por gestionar la contingencia, pero en general, la gran mayoría fracasaron por la codicia humana, que destruye la cooperación necesaria para resolver los problemas complejos. Unos pocos mantienen el desastre en secreto con la esperanza, que ellos al menos puedan salvarse, cuando eso sólo acelera la catástrofe. La única solución suele ser gestionar la transición a una economía en simbiosis con los recursos disponibles, colectivamente consensuada.

Las variables macroeconómicas son constantemente manipuladas para mantener la película del todo va bien: el PIB, la inflación, la población activa. Los medios esconden el autentico peligro, la situación real, nos revelan una hemenéutica imposible, una omertà férrea. ¿Por qué la UE ha cambiado la metodología de cálculo del PIB incluyendo actividades criminales como comercio de armas o tráfico de drogas o actividades ilícitas como prostitución o simplemente economía sumergida? ¿es que son algo nuevo? ¿y porqué ahora? Pues simplemente porqué no crecemos. Con las distorsiones de los datos conseguimos mantener el discurso del crecimiento. Es una estrategia cortoplacista, mientras se nos ocurre algo mejor, o como diríamos, mientras esperamos a Superman
Se diría que mucha gente está esperando que venga Superman. Alguien que los salve, una religión pagana, un golpe de suerte, una lotería. El mensaje es claro: no hagas nada, porqué todo va bien. Mientras otros ya han construido su bote salvavidas. Superman fue creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en 1932. La Gran Depresión fue uno de los factores que influyó en las primeras historias. Superman era un inmigrante de otro planeta, que empezó en el nuestro como un activista social, que intentaba luchar contra empresarios desaprensivos y políticos corruptos. Superman siempre quiso hacer el bien a la humanidad, porqué en realidad nada iba bien. Hace unos años el cineasta Davis Guggenheim realizó un documental sobre la desastrosa educación pública americana Waiting for Superman, donde el activista Geoffrey Canada, explicaba su decepción de niño al enterarse que Superman no era real y ya nada podría salvarle en este mundo cruel. Superman no vendrá a salvar a nadie, llámese, BCE, Estado, Gobierno, porqué es un héroe de ficción, al igual que los cuentos, que nos explican todos los días. Quizás sólo la educación, el conocimiento y el sentido crítico, en definitiva, la inteligencia cooperativa, sean lo único que pueda salvarnos. Y no, no todo va bien. Reconocerlo es el primer paso.

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