Cosmología Política

El 17 de agosto de 2006, pudimos leer como primer titular en la portada de LA VANGUARDIA: El sistema solar pasará de 9 a 12 planetas. Los astrónomos proponen incorporar Ceres, Caronte y 2003 UB313“. 
Carl Sagan, un impulsor de la conciencia cósmica con la serie Cosmos

Es una noticia, de un mundo más que global, cósmico, para una conciencia cósmica, el lugar de la humanidad en la perspectiva del cosmos. El concepto de Ser-en-el-Mundo de Heidegger, concreta la estructura formal de la existencia humana. Se trata del mundo mundano, del entorno de existencia como totalidad inmediata, donde se inscribe el ser humano. Sin duda, es el fiel reflejo de la sociedad internacionalizada, donde se construye el mercado mundial, al que le toca vivir a Heidegger. Periodo de dos guerras mundiales que dará paso a partir del año 1973, a partir de la libre flotación del dólar respecto al patrón-oro, un mundo globalizado. La abstracción formal y mixtificatoria de Ser-en-el-Mundo sigue valiendo aún hoy, como ideología, para el Imperio globalizado. Sin embargo, empiezan a desarrollarse otros tipos de conciencia colectiva basados en una dimensión planetaria. Uno de los primeros fue el concepto de aldea global de McLuhan o la nave espacial, planeta Tierra (Gaia: A. New Look at Life on Earth, James Lovelock), que transporta a unos habitantes, estúpidamente enfrentados entre sí, ante la magnitud de problemas que tiene la humanidad como especie, y ante la inmensidad del cosmos. 


El Sol ha dado tan sólo 20 vueltas alrededor de nuestra Galaxia durante los casi 14 mil millones de años de vida conocida del cosmos. Son muy pocas vueltas para marearse. La metafísica y la cosmología filosófica, nunca podrían haber desarrollado el contexto de conocimientos científicos, que la astrofísica ha conseguido en los últimos años. Pero tenemos que tenerlo en cuenta. Todos los conocimientos pesan sobre nosotros y tienen derecho a ser atendidos e incorporados en nuestra cultura como función estratégica de la nueva subjetividad colectiva en construcción. No es lo mismo, una conciencia mundialista, internacionalista o globalista que cósmica. La conciencia, por utilizar un término, anticuado y psicologista, que choca con nuestra filosofía, global o globalizada, se construye a través de la influencia de los mass media. Las parabólicas en las chozas de los Yanomami en el Amazonas o en las favelas de Brasil o en los edificios en ruinas de Orange County en LA, permiten crear un inconsciente colectivo común, aunque cada cultura lo filtre a su manera. La CNN, por poner un nombre propio y probablemente con la primera guerra contra Irak, en 1991, por poner una fecha, consigue una multiconciencia global de la guerra en directo. A través de los satélites con la tecnología correcta, pero no muy cara, se puede sintonizar cualquier canal libre, desde casi cualquier lugar del mundo. La guerra global del Imperio, se ve en todo el mundo, al igual que las marcas globales. Sin embargo, la conciencia cósmica es algo que aún queda indefinidamente lejos, y es profundamente libre. No se puede imaginar en un mundo escindido. 

La conciencia cósmica será, cuando las soluciones a los problemas del mundo global se busquen fuera del planeta. Esta conciencia cósmica es incipiente en movimientos ecologistas, ya que estos son conscientes del deterioro entrópico, irreversible del planeta Tierra. Pero no podemos decir que exista de manera generalizada una conciencia cósmica y un relativismo humano frente al futuro, pero sí podemos afirmar el advenimiento del concepto de Ser-en-el-Cosmos. El Cosmos no representa una mundanidad mundial, sino una excepcionalidad, un planeta con vida, en una inmensa explosión, que se está apagando. La auténtica morada de una especie rebelde, que cumple el papel de la autoconciencia del Universo. Tenemos la certeza que el planeta Tierra se extinguirá, si no ocurre nada peor antes, al menos, cuando muera esa pequeña estrella llamada Sol dentro de 4.000 millones de años. Mientras tanto estamos expuestos como Planeta a amenazas globales como:

Problemas planetarios:
1) Guerra total
2) Cambio climático (oscurecimiento y calentamiento)
3) Pandemias
4) Agotamiento energías dominantes
Nuevos problemas cósmicos:
1) La supervivencia interna
2) La muerte del Sol
3) La extinción de la Tierra
4) Catástrofes: Asteroides, Meteoritos, Agujeros negros
5) Existencia de Vida extraterrestre agresiva
MAD
Cualquier solución a estos problemas, comunes a todos los seres humanos, pasa por una conciencia cósmica, en primer lugar y también en soluciones, más allá del planeta Tierra. Después de Hiroshima y Nagasaki, la humanidad está totalmente unida. Todos corremos la suerte del resultado de los conflictos. Los misiles atómicos, nos reconcilian, y nos unen en un único ser contra el hermano psicópata. Jugamos con la fuerza que hace existir a las estrellas. El concepto de Destrucción Mutua Asegurada (MAD, de Mutual Assured Destruction) desarrollado durante la Guerra Fría, es completamente irónico, porque ante la Destrucción Total del Planeta, lo de “mutua”, esa reciprocidad del combate, está fuera de lugar: el primero que dispare se lo carga todo. Podemos, aún hoy después del gran desarme nuclear, de los tratados de no proliferación, destruir la tierra varias veces. Y con las armas químicas y biológicas de destrucción masiva, probablemente podemos aniquilar a todos los habitantes de la tierra. En el Estado de Guerra Permanente de hoy en día (terrorismo difuso, conflictos regionales, guerras por recursos energéticos) no hay victoria posible. La victoria es el suicidio colectivo. Es una guerra limitada, de baja intensidad, guerrillera y terrorista, mientras la Guerra Total, teóricamente imposible, es la Gran Amenaza, nunca realizada. En el presente Estado Internacional de Guerra (EIG), la reflexión, no cabe. La NASA, a pesar de ser una agencia estatal y norteamericana, es un baluarte de la conciencia cósmica, aunque quizás no de la cosmología política. En el Plan Estratégico de 2004 se habla de 3 misiones capitales:
1) To Understand and Protect our Home Planet
2) To Explore the Universe and Search for Life
3) To inspire the Next Generation of Explorers
Estas misiones se concretan en detalles, pero genéricamente, son misiones que nos unen: proteger nuestro planeta, buscar otro habitable o saber habitar lo inhóspito, buscar seres con los que seamos capaces de comunicar, y por supuesto, sembrar el futuro, educando a los futuros Magallanes.

¿Qué le ocurre a la aséptica comunidad científica de astrofísicos? ¿No ven las estrechas relaciones que cualquier descubrimiento en el Cosmos tiene con la política terrestre? Falta el impulso que ha dado la ecología a la política, o la biología misma. Cómo no ser consciente de las implicaciones de la producción humana, a través del desarrollo tecnológico y organizativo, en la biodiversidad, en la utilización irreversible de los recursos energéticos. Estas ciencias, nos indican los límites insostenibles del desarrollo económico desigual. ¿Qué nos indica el Cosmos? - “Podéis dominar la tierra y destruirla, pero no podréis hacer nada en el Cosmos que dure más que una estrella!”. Si los problemas en la tierra nos dividen, los del Cosmos nos unen. Son iguales para todos, son enormes y aún no sabemos gestionarlos. Para pasar de la era de la globalización a una cooperación planetaria, hay que trascender de lo mundano a la conciencia cósmica. Aprender a compartir y a corresponsabilizarse de los problemas mundiales, bajo una cierta óptica sub specie aeternitatis que nos ofrece el Cosmos. El Ser-en-el-Cosmos, la conciencia cósmica, es sólo posible para una élite de gente bien informada, como científicos, universitarios que conocen temas cosmológicos. Gente con excedente de conciencia. Pero mediante el proceso de globalización biopolítico, muchas diferencias se borran, mientras otras aumentan. Las diferencias que disminuyen son, la responsabilidad frente a los grandes problemas de la humanidad como el hambre y la enfermedad en el Tercer Mundo. El aumento de esa necesidad, la renovación del concepto de soberanía, la necesidad de extensión de la democracia, hará que la política, convierta a mucha gente a la perspectiva cósmica. Y no sólo es importante estar vinculados a un buen proyecto, para el futuro del género humano, sino que la conciencia cósmica cambia inmediatamente la forma de ver el presente y el alcance de la gran mayoría de problemas. Sacude nuestra escala de valores desde la base. Es el gran reto, la gran Misión, del Ser en cuanto ser. El recto camino, es el de las estrellas. El Ser-en-el-Cosmos es nuestra existencia planetaria. Y sólo puede ser colectiva, no individual. La organización del paradigma cósmico. Nuestra civilización es la autoconciencia del Cosmos: el Cosmos puede entender lo que sabe que es diciéndolo a través de los humanos. El Ser ahí, es una existencia dentro de un continente llamado Cosmos en unas coordinadas precisas del espacio-tiempo. En el Abismo desconocido, el Miedo-a-Ser. Un miedo trascendental, que hay que superar con la óptica del riesgo, hay una exposición al peligro razonable. Es interesante contemplar la definición de civilizaciones de del científico ruso Kardashiev en su artículo Transmission of Information by extraterrestrial Civilizations para darse cuenta de nuestro retraso y de los retos que la humanidad puede tener por delante. La escala Kardashiev sirve para medir las civilizaciones en términos de consumo energético.



donde K es la civilización es clasificada por MW es decir, el poder de utilizar energía en megawatts.


Las dividió en tres tipos:

  • Tipo I: Civilización capaz de utilizar la energía de un único planeta, con un consumo energético de 4×1012 W. Serían civilizaciones que usarían la energía de fusión nuclear. Nuestra civilización no habría alcanzado aún este nivel.
  • Tipo II: Civilización capaz de utilizar la energía de toda una única estrella. Utilizando el sol como referencia el consumo podría ser  4×1026 W. Serían que utilizaran megaestructuras como la hipotética esfera de Dyson.
  • Tipo III: Civilización capaz de utilizar la energía de una galaxia, cuyo consumo podría ser  4×1037 W. Capaz de utilizar las mismas técnicas que las del Tipo II pero para más de una estrella y otras más  dificiles de concebir como la utilización de agujeros negros.
Los avances en la ciencia ficción, no como novela, si no como estudios de perspectiva social a muchos siglos vista, con predicción de  escenarios posibles, basados en los conocimientos científicos establecidos, nos crean muchos dilemas interesantes y nuevas preocupaciones. Por ejemplo, encontrar HZ, la zona habitable de cada estrella, donde la vida como la entendemos podría existir. La búsqueda de agua y por tanto de vida, la posibilidad de desarrollar la vida en otros planetas, la búsqueda de otras civilizaciones y los intentos de comunicarse con ellas, todo esto mueve hoy muchos esfuerzos. Fascinantes, pero no suficientes. El sorprendente suceso del Apolo XII, que perdió una cámara, dos años y medio después el Surveyor 3 la recogió y la volvió a la tierra y se observó con sorpresa que tenía unas bacterias (streptococcus mitis), entre cincuenta y cien ejemplares vivos, que se hallan en la nariz humana y que evidentemente resistieron treinta y un meses sin aire, ni agua, bajo temperaturas extremas y rayos ultravioletas, sin protección alguna. Tema que ha quedado sin estudio.


La incapacidad humana como especie

Los humanos deben plantearse colectivamente estos retos aunque, personalmente, soy completamente pesimista y creo que la especie humana, si no se suicida antes, difícilmente conseguirá la tecnología para escapar, pero si lo hiciese, muy difícil será adaptar sus biorritmos perfectamente armónicos con el ciclo de 24 horas del planeta tierra a otros. Dudo que nuestra especie sea capaz de adaptarse fuera del planeta. Probablemente, otros protoseres, como los virus, sean mucho más adaptables a vivir en otros planetas. La especie humana habrá sido una entre millones, como una tenue chispa en la oscura historia del universo, breve, pretenciosa, fútil e inútil. Sin embargo, este fatalismo, no nos tiene que hacer olvidar que vale la pena organizarnos a escala planetaria, para ser más justos, felices y aprovechar mejor los recursos y la riqueza. Hoy el antagonismo político se organiza a partir de la globalización, lo que tiene mucho sentido, porque la producción está organizada de modo global. Y es la fase de la globalidad, la que pone las bases de la de la Era del Cosmos. Pero no podemos esperar más tiempo, para fundar una Cosmología Política que nos permita transitar al objetivo de repartir los recursos planetarios entre todos sus habitantes, para que su única preocupación sea dar sentido a sus vidas y preocuparse por la supervivencia planetaria. 



Una Cosmología Política, militante, organizada, capaz de cualquier cosa, más allá del ridículo carnaval patrio internacional, de las estúpidas banderas e himnos, de los idiomas fosilizados, capaz de trascender las formas productivas de explotación, así como detener las energías no renovables y conseguir el respeto a la biodiversidad. Sería un auténtico principio ético de la estética trascendental. La cosmología política es la base de la alteridad de ser otros, el ser uno mismo religado a los otros, el ser especie autoconsciente. Una gobernanza global democrática para resolver los problemas comunes desde la perspectiva cósmica. Un mundo global construido por una cosmología política, solo puede ser, lo que parece utópico, pero simplemente es prematuro: “cada cual según sus necesidades y a cada cual según sus necesidades”. Si este es un juego cósmico de las especies, que empezó con el Big Bang, vamos con retraso y además podemos perder antes de tiempo, antes por gran desastre. Si queremos destacar como especie debemos, ser capaces, de enfrentarnos a los grandes retos enumerados, como salir de nuestro planeta e ir a otro planeta o construir uno artificial y colocarlo adecuadamente, ya que nuestro sistema solar se destruirá en un tiempo. Nuestra tecnología sigue siendo enormemente simple y sin saltos cualitativos importantes, corremos el riesgo de ser borrados de la faz del universo por una ínfima deflagración de nuestra pequeña estrella llamada Sol. Y ninguna guerra más, podrá ser llorada. Ante el silencio absoluto y la oscuridad completa, habremos perdido nuestro juego, nos habremos perdido, y nadie lo sabrá, lo sabrá la nada. Nuestra huella habrá sido borrada. Nada en el Universo recordará la vida que hubo, que fue. Tantos esfuerzos, tantos conocimientos, pero también cuanta violencia y cuanta insensatez. O quizás, nos aniquilemos los hombres, unos a otros, a través de la Guerra Total, y otras especies, quizás algunos exiguos representantes limítrofes de la vida, los virus, hagan su última carcajada al ganarnos la partida. -“Estúpidos humanos: es un juego de suma cero. Sin cooperación, siempre se pierde.” Parecen decir. 



Capítulo extraído de mi libro:Ser otros Apuntes de heterología política:de la ontología a la nomología. (Todos los derechos reservados)

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