Las seis fases de la supervivencia de las ideas

En todo proyecto emprendedor al principio hay una idea. Pero pocas llegan a ver la realidad y se convierten en un producto y muchas menos, en un producto de éxito. Todos sabemos que una idea por si misma no se convierte en negocio, pero es la semilla. 

Las ideas no son ni buenas ni malas, hay unas ideas que sobreviven y se convierten en algo y otras que no. Primero de todo, las ideas pertenecen a la inteligencia colectiva, por eso muchas personas distintas pueden llegar a generar la misma idea relacionando varios inputs. Cada vez es más frecuente que los descubrimientos científicos, los realizan al mismo tiempo, diversos equipos de investigación en lugares diferentes en un tiempo cercano. Las personas somos como ordenadores que sintetizamos inputs existentes en el lenguaje colectivo y llegamos a conclusiones. Pero está claro, que a pesar de la socialización de las ideas, no todas las personas son iguales. Unas son más ocurrentes que otras, pero al final, para que una idea sobreviva, se necesita ser inasequible a la frustración y convertirse en el abanderado de la idea, como si está fuera (y es) independiente de nosotros. Tenemos que ser el primer adepto.

Una suerte de darwinismo aplica para la ideas. En la evolución de las ideas, unas viven, otras mueren, otras se transforman, las menos se bifurcan, pero sólo las que consiguen adaptarse al medio, sobreviven en el largo plazo. Hemos resumido en seis pasos elementales, la fases de supervivencia de las ideas.

1) GENERAR: Si uno no tiene ideas espontáneamente, como suele ocurrir en las empresas a diferencia de los emprendedores, existen diferentes métodos para generarlas. El clásico brainstorming, el marketing lateral, el método FORTH y un largo etcétera. Hay que tener equipos permanentes y flexibles de innovación, pero hay que consultar a toda la plantilla. nunca se sabe de donde pueden venir las mejores ideas.



2) COMPARTIR: Lo primero que hay que hacer, para que una idea triunfe, es compartirla. Las ideas únicas de gente única, suelen morir en el cementerio. Compartir una idea no es fácil y cuando la compartimos deja de ser nuestra. Hay que ser humilde, confiado (no ingenuo) y generoso. Necesitamos adeptos de nuestra idea. Tenemos que ser evangelizadores de nuestra idea como si se tratara de una religión capaz de salvar a la humanidad.



3) DISCUTIR: Compartir ideas es exponerse a la crítica. Las ideas van a ser criticadas sin piedad (afortunadamente), desde el conocimiento, pero también desde la envidia. En esta fase ocurren dos cosas: a) los que se identifican tanto con su idea, que al no poder soportar las críticas se aíslan y mueren con ella; b) las que modifican la idea para hacerla más fuerte y menos defectuosa, aún a riesgo de tener que ser abandonada por completo. Al igual que las teorías científicas, las ideas deben ser criticables y sobrevivirán en la medida que superen los argumentos contrafácticos. Si una idea es incriticable, ya está muerta de inicio.



4) MATERIALIZAR: Del dicho al hecho. Necesitamos aliados para producir nuestra idea. Incluso muchos desarrolladores indi, van a necesitar ayuda en algo. El que es buen programador, probablemente sea malo en marketing y viceversa. Siempre vamos a necesitar ayuda, aliados, para convertir nuestra idea en realidad. Elegir amigos es siempre una estrategia débil y autocomplaciente, hay que arriesgar y buscar a los mejores, a los más locos, incluso antipáticos, pero que sean buenos y tengan sinergias con nosotros. Materializar el producto es ya empezarlo a contrastar con la realidad. Ver si funciona, si gusta y optimizar.


5) VIRALIZAR: La idea funciona. Pues a apretar el acelerador. Hay que hacerla crecer exponencialmente lo más rápido posible. Con o sin dinero. Otra vez más nuestra idea fáctica necesita fans, necesita más adeptos aunque sean remotos. Ahora si que nos sirven los amigos. Todo apoyo es bueno y necesario. Nuestro evolucionismo ideológico tendrá mayores oportunidades si se reproduce aprovechándose de las redes sociales existentes.



6) MONETIZAR: Si la idea convertida en realidad realmente funciona, hay que generar ingresos. Si el modelo de negocio subyacente a la idea, no permite ganar dinero, habrá que cambiarlo o abandonar. Tampoco podemos perder tozudamente dinero (y menos el dinero de otros, si queremos volver a empezar) en algo que somos incapaces de monetizar.


Si conseguimos todo esto el viaje de nuestra idea habrá llegado a buen puerto. No es tarea fácil, pero en todo caso, no es una tarea individual.


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