Todo lo que estoy aprendiendo al escribir una novela

Hace unos meses decidí hacer un parón en mi blog y en toda mi producción habitual para replantearme todo desde su raíz. Mientras tanto, pensé en darme un año sabático -o al menos unos meses- intelectualmente hablando, pensando en cómo enfocaría el futuro de la producción de contenidos, mientras hacía algo muy diferente, cómo escribir una novela.

Cuestiones previas

Escribo desde los diez años, y solo he publicado una ínfima parte de lo que he escrito. He publicado un libro de relatos cortos, pero de pequeño escribía textos largos incluso, no se si eran novelas o no, pero cada día escribía la vida que no podía vivir, hasta que pude vivir lo que escribía. A partir de entonces, sobre los catorce me pasé al ensayo, hasta hoy.

Se puede escribir ensayo por obligación, por ejemplo, para transmitir unas ideas originales, para mejorar la marca personal, pero para escribir novela, sea del tipo que sea, solo hay una manera: hay que disfrutar haciéndolo. No hay otra manera. Si no se entretiene el narrador, el lector tampoco lo hará. La novela es otro animal.

He utilizado un procesador de textos especial para escritores como es Scrivener 3. Un poco anticuado, pero sigue siendo la mejor herramienta, y dá la necesaria flexibilidad para visualizar y trabajar con estructuras narrativas complejas. 

Scrivener

He preferido mezclar investigación y redacción. Algunos autores se dedican seis meses a investigar y a diseñar la trama, y otros seis meses a escribir. Como preparación, he estado leyendo unos diez libros de novela simultáneamente para refrescar algunos estilos y tramas, y poderlas comparar analíticamente.

Novela, cine y audio

También hemos experimentado con los audiolibros. Es algo muy estándar en EEUU, pero estoy seguro que aunque con lentitud también en los países de habla hispana se impondrá. En el caso de literatura es como si te explicaran un cuento, y en el caso del ensayo, se pueden asimilar conceptos a gran velocidad y en cualquier sitio. He escuchando el premio Nadal de 2021, Los lunes nos querrán de la escritora Najat El Hachmi a 1,2x de velocidad. El redescubrimiento de la dimensión audio por las nuevas generaciones es un hecho, como vemos en fenómenos como Club House.

Como preparación para esta nueva aventura. Me he puesto a analizar casos de novelas llevadas al cine, más allá del falso tópico que "las novelas son mejores de las películas"Por ejemplo, 2001 Odisea en el espacio de Stanley Kubrick, podría ser un caso de éxito, respecto a la novela de Arthur Clarke, pero no tiene que ser una cosa mejor que la otra, sino que son dos medios diferentes, y la fidelidad de una novela al guión es un camino al fracaso. Otro ejemplo sería la interpretación libre en Apocalypse Now de Francis Ford Coppola del Corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Dos obras maestras, cada una en lo suyo. 

Lo interesante de las adaptaciones exitosas de grandes novelas a guiones que funcionan, es la reestructuración de la trama temporal, la deformación de personajes, los cambios de localización y los cambios de ritmo. El público objetivo de la novela literaria es más pequeño que el de las novelas contemporáneas de acción. Por esta razón, es posible aprender mucho de las adaptaciones. El montaje cinematográfico tiene mucho que ver en como se ve una novela en la mente del autor.

En mi opinión, un caso paradigmático es el de la Casa Rusia, una novela de John Le Carre, magníficamente escrita a nivel de estilo literario, pero que su adaptación a guión cinematográfico de la mano del genial Tom Stoppard, la eleva a cotas increíbles. Stoppard destroza sin rubor la novela de Le Carré, suprimiendo capítulos enteros, alterando el orden de estos, acelerando el ritmo, pero sin perder el sentido de la trama y haciéndola igualmente comprensible. La película además cuenta con una solvente dirección por parte de Fred Schepisi, una localización original, y sublime música de Jerry Goldsmith. 

Lo mismo puede decirse con las series de terror de Netflix Hill House y Bly Manor, producidas y dirigidas por Mike Flanagan, que precisamente están basadas en las dos mejores novelas de fantasmas, a decir de Stephen King, La maldición de Hill House de Shirley Jackson  y Otra vuelta de tuerca de Henry James. Son series que amplían y profundizan las novelas, más personajes y más trama, pero también simplifican otras cosas. Por ejemplo, la novela de James al estar en primera persona, gana mucha ambigüedad, si se la compara con la serie, porque dudas de la cordura del personaje que narra en primera persona. En todo caso, Flanagan hacer en las dos temporadas -a pesar de las críticas a la segunda- un trabajo sublime.

Lecciones aprendidas

La primera cuestión importante para el relato largo es el tamaño. El tamaño sí importa. Los lectores prefieren novelas de 80K palabras. Soy bastante sintético y me cuesta prodigarme en largos textos, pero me he propuesto como mínimo llegar a los 60K. También hay novelas cortas de 40K, pero no es la preferencia del mercado y los editores tampoco les sale a cuenta editar obras muy pequeñas.

La segunda cuestión importante es la inmersión que requiere una novela a diferencia del ensayo. Dejar de escribir una semana puede ser la muerte. Perder el hilo de la trama, el tono de la escritura, el ritmo, el entusiasmo, la implicación en los personajes, puede ser fatal. Escribir es un oficio y hay que escribir cada día. Cada día incluye fines de semanas. Sin pausa. Y hay que proponerse una cantidad media de palabras por día. He estado escribiendo a un ritmo de 1K palabras al día o sesión, al menos durante los tres primeros meses, cumpliendo mis targets, escribiendo por las noches. 

La tercera lección sería que el método de snowflake, no me parece el mejor. La estructura de una novela se divide en capítulos, escenas y subescenas de manera bastante similar a las series de televisión. El método mencionado empezaría por la trama básica para luego ir añadiendo escenas y hacerlo crecer. En mi caso, prefiero escribir por capas, e ir dando densidad y detalle al texto progresivamente.

La cuarta lección es hacerse comprensible. Esto más que escribir bien y con frases cortas y entendibles, sobre todo significa dirigirse a una audiencia. Algunos escritores lo hacen sin darse cuenta, pero muchos escriben para sí mismos, despreocupandose de las audiencias. Hay que escribir siempre para una audiencia, sea pequeña o grande, y hablarle en su lenguaje y con sus códigos culturales, para hacerse entender de la mejor manera posible. Es la única garantía de éxito.

Y para acabar.

Los métodos de escritura estándar dictan que los escritores suelen tener la gran trama en la cabeza y la van desarrollando. En mi caso, fiel a mi carácter de innovador, si se lo que voy a escribir en la página siguiente, no voy a escribirlo, porque me aburro y carece de sentido para mí. Solo tiene sentido escribir lo que no tiene sentido escribir. Me gusta escribir sobre aquello que se corre el riesgo de no acabar de escribir.

Ah, pero no hemos hablado de la novela. Aún es pronto. Todo llegará.

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