Una democracia colaborativa digital

La democracia parlamentaria contemporánea es en realidad una de las formas del totalitarismo político. Es un viejo mecanismo del sistema para que las élites consigan una legitimidad. Pero ya hace muchos años que Occidente se enfrenta a una crisis de legitimidad sin precedentes. 


Se confunde votar con democracia, pero en las dictaduras también se vota. Incluso en las monarquías absolutas, donde no había separación de poderes, se votaba. La cuestión es sobre todo quien vota y cómo. El ascenso de la burguesía en Europa fue acompañado del establecimiento de regímenes parlamentarios bajo la forma de Repúblicas. Estas son un producto de la ilustración francesa, que a su vez se remonta a la República romana como primera democracia representativa. En sus inicios solo las clases acomodadas votaban entre ellos mismos a sus representantes. En los parlamentos, realmente se parlamentaba, se discutía y se decidían las cosas que afectaban a las élites. Al inicio de la modernidad votaban solo los hombres a través del sufragio censitario. Los que reunían unas pocas características podían votar. No fue hasta mas adelante, gracias a las luchas sociales se instauró el sufragio universal y así como el voto femenino y el de las razas discriminadas. De la misma manera, el voto electrónico no es la democracia electrónica o digital. En el ámbito del voto electrónico existen multiplicidad de sistemas y tecnologías tanto presenciales como a través de redes o de Internet para ejercer el derecho de voto.  Votar electrónicamente cada cuatro años, no representa el menor avance democrático. El sufragio universal en un régimen parlamentario representativo no en sí mismo una democracia sino la delegación de ella. Entonces, ¿qué es democracia? democracia es el gobierno del pueblo, es la expresión de la soberanía popular. Votar a los representantes no es gobernar, es delegar la capacidad de gobernar. Desde luego, es un préstamo constitucional, pero sin beneficio alguno. 


Pericles en la Asamblea


La democracia ateniense


Los griegos inventaron casi todas las formas políticas del Estado incluyendo la democracia. Pero esta es muy diferente a la de hoy en día. Fue en Atenas  en el siglo V AC y era una democracia directa y por tanto, no existía una clara diferenciación de poderes. La base de la democracia ateniense era la Asamblea (Ecclesia). La Asamblea era el auténtico poder: ejecutivo, legislativo y judicial. Era un gobierno absoluto pero no olvidemos que con el objetivo de mandarse a sí mismo, era un autogobierno, la auténtica autodeterminación. Cualquier ciudadano podía tener una iniciativa legislativa, levantarse en la Asamblea y proponer algo. Todo el mundo (las clases libres de hombres nativos, no esclavos o extranjeros) podía participar en la Asamblea . Entre 35 y 40 mil ciudadanos podían formar parte, de una población total de unos 200.000 habitantes de la Ciudad-Estado de Atenas. Generalmente el quorum mínimo se establecía en 6.000 personas. Cada uno le dedicaba el tiempo que podía. Se practicaba la llamada isegoría, igualdad en la participación en la palabra. La Asamblea se reunía como mínimo 10 veces al año en el ágora o plaza donde se votaban las leyes y los decretos ejecutivos por mayoría simple. A veces se hacía a mano alzada y otras veces mediante bolas negras y blancas que se introducían en tinajas. La Asamblea también tenía el recurso del ostracismo, que permitía excluir de la comunidad durante un plazo hasta diez años o de forma permanente, a las personas incómodas para las instituciones. Los participantes en la Asamblea eran el mismo pueblo de Atenas, no debían rendir cuentas a nadie, ni podían ser acusados o castigados, tenían los privilegios propios de un Soberano.


Una de las tazas utilizadas para el ostracismo

La administración estaba en manos de los magistrados o funcionarios. En total había unos 1.100 magistrados, que se elegían por sorteo de entre los ciudadanos, que formaban la Asamblea, de los cuales sólo 100, los de mayor prestigio social, se elegían por votación. Los magistrados eran elegidos principalmente para tres instituciones, que eran extensiones administrativas del poder de la Asamblea: el Boulé que ejercía la gestión legislativa y la administración, el Heliaia que ejercía la gestión judicial y los 9 Arcontes que ejercían la gestión cultural y religiosa. Los seleccionados por sorteo eran ciudadanos que no tenían ninguna habilidad ni conocimiento en particular. Las competencias de los funcionarios fueron delimitadas de forma exacta y su capacidad de iniciativa era limitada, sus tareas eran simples y rutinarias.


Cada funcionario podía ejercer su cargo solamente una vez en la vida. Esto era algo inherente al sistema democrático, que perseguía la implicación y no la profesionalización. Los funcionarios eran los empleados del pueblo no sus representantes. Existían múltiples controles de su actividad. Los helenos se tomaban muy en serio el gobierno. En primer lugar eran investigados antes de ser elegidos por sorteo, luego sus cargos duraban muy poco tiempo, eran rotatorios, siempre revocables y cuando acababan su gestión, se les evaluaba y eran sancionados o recompensados. Después del mandato, siempre estaban a merced de ser juzgados mediante una acusación pública si se descubría alguna irregularidad. La corrupción se ponía a raya. La elección por sorteo era vista como lo más democrático: las elecciones favorecerían a los más ricos, elocuentes y famosos, mientras que el sorteo repartía el trabajo de la administración entre toda la ciudadanía. Este método fue considerado un medio para prevenir la compra corrupta de votos y dar a los ciudadanos una igualdad política total, ya que todos tenían la misma probabilidad de obtener un cargo gubernamental. La asignación aleatoria de una responsabilidad a un individuo que puede o no ser competente tiene riesgos obvios, pero el sistema incluía algunos mecanismos para evitar estos posibles problemas. Los atenienses seleccionados por sorteo desarrollaban su labor en equipo. En un grupo lo más habitual es que alguien conozca la manera correcta de hacer las cosas, y los que no lo sepan, pueden aprender de los que saben. Durante el tiempo que dura el desempeño de un cargo particular, cada miembro del equipo está observando a todos los demás.




El agora ateniense. La acrópolis a lo lejos.

La misión del Boulé o Consejo de los 500 divididos en 10 grupos de 50, era elaborar las propuestas del ley exigidas por la Asamblea. La presidencia de la Boulé o Pritania rotaba mensualmente entre los diez prítanes, o delegaciones de las diez tribus clisténicas (había diez meses en el calendario). El Epítastes que sería como el Presidente del país, era un funcionario electo por sorteo para un solo día de entre los miembros de la Pritanía que presidía aquel mes. El Epistases presidía la reunión de ese día de la Boulé y, si fuera el caso, la reunión de la Asamblea. También se encargaba de las llaves del tesoro público y el sello de la ciudad y recibía a los emisarios extranjeros. Se ha calculado que un cuarto de todos los ciudadanos debió ejercer dicho cargo, algo que sólo se podía hacer una vez en su vida. La Boulé actuaba como poder ejecutivo-legislativo pero con un poder extremadamente limitado, ya que dedicaba exclusivamente a ejecutar y gestionar lo decidido y propuesto por la Asamblea. También supervisaba las actividades de otros magistrados que realizaban las funciones administrativas de Atenas. De entre sus miembros, se elegían por sorteo grupos de diez responsables de áreas que se extendían desde asuntos navales hasta las observancias religiosas.


La Política de Aristóteles nos ha permitido reconstruir
los sistemas políticos griegos

La Heliaia era el poder judicial, el Tribunal Supremo popular. Una vez más eran ciudadanos normales y no juristas profesionales los que ejercían el cargo. Estos tribunales se elegían por sorteo de entre un grupo de 6.000 ciudadanos anualmente. Los miembros estaban bajo juramento, pero no podían ser censurados ni castigados aunque tomaran decisiones injustas. En los juicios siempre había un jurado de entre 200 y 300 miembros, que también se elegía por sorteo entre un grupo de 600, pertenecientes a las 10 tribus de Atenas. La justicia era rápida: un caso no podía durar más de un día.

Unos de los pocos miembros elegidos eran los 10 generales o Strategoi, que formaban el poder y la administración militar y se elegían anualmente. Solían ser ciudadanos muy prominentes, pero los que realmente tenían poder eran los que pronunciaban discursos de forma frecuente y eran respetados por la Asamblea y no los que desempeñaban un cargo. En cuanto a los generales, su elección no sólo se debía a que eran necesarios unos conocimientos específicos, sino también a que debían ser preferiblemente gente con experiencia y contactos en el mundo griego donde tenían lugar la mayoría de las guerras. También se dedicaban a gestionar el ejercito para hacer cumplir la ley. En cualquier caso, sólo la Asamblea podía declarar la guerra.


También entre los magistrados que se votaban, estaban los encargados de las finanzas.  La elección de hecho favorecía fuertemente a los ricos, ya que la riqueza era de facto un requisito ineludible, porque cualquier desfalco se podía recuperar de su patrimonio. En el siglo V a. C., los 10 tesoreros de la liga de Delos (los hellenotamiai) fueron acusados de malversación de fondos. Uno por uno, fueron enjuiciados, condenados y ejecutados, pero antes del juicio del décimo de ellos se descubrió que enrealidad se trataba de un error de contabilidad que los exculpaba a todos. Este último tesorero fue puesto en libertad, pero por los demás nada se pudo hacer. Imaginemos que hubiera pasado con Gurtel...


La democracia ateniense sufrió con la Guerra del Peloponeso, pero no se extinguió hasta la hegemonía macedonia con Alejandro Magno. Tras 200 años de sorteos, ninguna clase social tuvo un privilegio sobre otra en el gobierno, la igualdad política se mantuvo. En cambio, los regímenes electorales siempre acaban respondiendo a la influencia de los económicamente superiores. La democracia ateniense tenía muchos defectos, a pesar de la tendencia de muchos teóricos como Robert A. Dahl (Democracy and its critics) a la idealización. No se trata de un sistema transportable a la actualidad, digamos que también algunas cosas hemos aprendido en los últimos siglos, pero puede servir de inspiración para una profundización de la democracia actual. El espíritu de la democracia ateniense es la aleatoriedad





Las pseudodemocracias tecnológicas

Curiosamente David Chaum, uno de los pioneros del dinero electrónico (digicash), ideó en 2011 un sistema de voto electrónico, que según él, recogía cierto espíritu de la democracia ateniense al que hacíamos referencia (Random-Sample Elections Far lower cost, better quality and more democratic), pero en realidad se trataba de una perversión perfecta (véase el artículo de WIRED How Selecting Voters Randomly Can Lead to Better Elections). En vez de escoger los representantes por sorteo, que sería la vía ateniense, lo que propuso es que se eligiera a los electores anónimamente y por sorteo y que el resultado de esa muestra (minoría) se extrapolara a toda la población. El axioma un hombre un voto se habría quebrado. Y es que en la Asamblea griega eso siempre se respetó. Además la puesta en práctica de la propuesta de Chaum con el sistema scantegrity (scantegrity.org) utilizado en 2011 en las elecciones locales de Takoma Park, es demasiado complicada y deja intacto el sistema político.

Foto real de un técnico de scantegrity, asusta



Lo que está perfectamente claro, es que no existe evolución alguna hacia una democracia electrónica desde una perspectiva nacional. La globalización a través del impulso de las TIC, desafía a la democracia actual, porqué mientras muchas cosas se deciden a nivel global, la democracia sigue anclada a nivel nacional y es a través de este nivel, que se delega la representatividad sin votar, a instancias internacionales fuera de todo control ciudadano. Esta tensión nacional-global y esa metadelegación de derechos, implica un déficit democrático y una legitimación débil de la globalización, que son una bomba de relojería. Por eso, una democratización digital sólo puede darse en el ámbito de la llamada Global Governance. Hoy en día se entiende que los problemas mundiales son comunes y sólo es posible gestionarlos mediante la cooperación internacional de muy diversas instituciones. Grandes temas como el cambio climático o emergencias sanitarias mundiales como epidemias, no permiten soluciones nacionales. No parece posible y tampoco deseable algo como un Gobierno Mundial Centralizado, lo que existe y se propone, son redes de organizaciones que gestionan ámbitos de lo social, de lo económico y de lo político, desde una perspectiva global. Ese gobierno difuso internacional en red ya existe, aunque de manera muy incipiente, son la ONU, la UNESCO, las ONG, el G-20, etc. Son la interrelación de instituciones publicas y privadas, de proyectos y programas internacionales, que de alguna manera tienen poder y capacidad de influencia y acción sobre los problemas a escala global y local. Pero esta governanza tiene que evolucionar para hacerse más democrática y su gran oportunidad está en la democracia digital distribuida globalmente. El punto de partida son las redes desterriorializadas. Redes ciudadanas, redes de intereses, redes inter-territoriales a través de las redes telemáticas como Internet. El uso organizativo de Internet es el que está permitiendo una ruptura social que desafía a todas las instituciones tradicionales. Está naciendo una governanza digital P2P (peer to peer), sin una autoridad central. Hemos discutido temas relacionados en el post Cosmología política.




Sin embargo, no toda democracia digital distribuida tiene una implementación democrática. A veces son solo otras maneras de democracia formal. Este es el caso de Last Cadell impulsor de un concepto de democracia digital distribuida (Distributed Digital Democracy), que en realidad es una dictadura. El gran peligro es caer en los errores del pasado. Aristóteles era un teórico realista con visión práctica de la política, así fue el mentor de Alejandro Magno, pero Platón formuló en su libro La República una concepción idealista de la política basada en la tiranía de sabios. En aquellos tiempos los expertos o sabios eran naturalmente los filósofos, hoy serían los científicos y los técnicos. Platón intentó llevarlo a la práctica influyendo en dictadores de su época con muy malos resultados ya que fue deportado y convertido en esclavo. Hoy en día muchas concepciones igualitarias propuestas por personas realmente inteligente como The Venus Project de Jacque Fresco o el Zeitgeist Movement de Peter Joseph, son reversiones de la República platónica. La democracia de los expertos es siempre una dictadura, la democracia es el gobierno del pueblo o no lo es. Ahora bien, quizás la pregunta es y ¿qué es el pueblo hoy? No es el objeto de este post contestar a esta pregunta, pero no es ni trivial ni espúrea.




Entonces, la pregunta que queremos explorar es ¿cual sería una buena implementación de la democracia digital distribuida? En el pequeño pero hiperactivo mundo de las criptotecnologías que se mueven alrededor del bitcoin y su concepto de blockchain han empezado a surgir interesantes iniciativas políticas.

Por ejemplo, tenemos a Liquidfeedback que ha creado el concepto de liquid democracy o democracia delegativa (wiki) auspiciada por el Partido Pirata Alemán. Este sistema de votación está basado en una delegación temporal del voto por temas (proxy voting). Se trata de un software abierto que permite una moderación colectiva de las discusiones y utiliza algoritmos para no penalizar a las minorías, pero se trata otra vez más de romper el axioma de un hombre un voto y de convertir lo que puede ser directo en representativo. Uno puede delegar su voto a alguien en quien confía en una determinada materia. Pero con esto estamos otra vez en la tiranía de los expertos o al menos de los más expertos que uno mismo, en tanto que simple votante inexperto. Una nueva versión mixtificada de la República de Platón.

Otro ejemplo es el Partido X, en su versión canadiense han estado utilizando el software Ethelo que transforma la toma de decisiones buscando los resultados más harmoniosos para un grupo determinado. Esta herramienta intenta evitar matemáticamente lo que en sociología se llama aversión a la desigualdad, que tienen los seres humanos, pero no cambia la esencia del sistema.


La crisis del Estado y el espacio de una democracia alternativa

La iniciativa más transformadora que utiliza blockchain es Bitcongress. De momento, es un proyecto genérico sin un White Paper detallado ni implementación alguna, pero es prometedor. BitCongress es sistema de votación descentralizado, P2P, open source, construido sobre una blockchain  utilizando diversas tecnologías como Etereum, MetaCoins, ColoredCoins y una criptomoneda (token como se llama en las dapps, ver ¿Por qué el bitcoin ya ha cambiado tu vida aunque no lo sepas?) llamada votecoin (ver presentación). Cualquier persona con un programa puede conectar en el sistema BitCongress y utilizar los tokens para verificar los votos. Estos votos se pueden contar en cualquier forma imaginable, resultando un sistema de voto personalizado, que utiliza la tecnología P2P descentralizada para verificar los votos.  Todos los datos de los votos se registrarán en la blockchain, así como las encuestas. Con este sistema cualquiera puede hacer un recuento de votos o auditarlos, no se necesita una entidad centralizada como una Junta Electoral (ver más ideas en Practical Supervillainy: Technology, Power, and Subversion).




Lo interesante esta propuesta es el avance de la descentralización al ámbito del voto, aunque este término nos parece equívoco, porqué en toda descentralización sigue habiendo un centro y en este caso estamos hablando de una ausencia total de centro, por lo que hablar de distribuido o P2P es mucho más adecuado. De hecho, existen muchos sistemas de voto electrónico y desde luego, votar no es la actividad más problemática de la gran mayoría de las naciones avanzadas. El déficit de democracia no se encuentra en la tecnología o en el proceso de voto, si no en la estructura política.

Hace unos cuantos años, en un artículo académico mi amigo Jorge Sánchez y yo escribimos una artículo premonitorio: BUSOM, R. y SANCHEZ, J. "De la política a la inteligencia social", en Anthropos, num 164, enero de 1995, Invención informática y sociedad. La cultura occiental y las máquinas pensantes, pp20-32. En el artículo se constata que el sistema político es un sistema de comunicación integrado entre los procesos parlamentarios, las votaciones, la opinión pública mediada a través de los mass media y su gestión a través de la información estadística. Cuando el Estado Social entra en crisis en los años '70 lo hace en tres aspectos principales 1) crisis fiscal del Estado que hace insostenible el Estado Social; 2) crisis de representación política; 3) crisis de legitimación del Estado. Lo que añadimos con nuestro análisis es un cuarto aspecto provocado por las TIC, una crisis comunicativa. Esta crisis comunicativa afecta al sistema político, en el sentido que los ciudadanos sufren problemas políticos en cuestión de horas, mientras las consultas son cada ciertos años. Este desfase comunicativo exige poner las TIC al servicio de una mejora de la comunicación política entre órganos de gobierno y ciudadanos.


Jorge y yo cuando escribimos el artículo
En el artículo señalábamos que la dinámica de superación del desfase comunicativo demandada por las tensiones ciudadanas llevaría al Estado a ser: 1) Estado red, descentralizado política y territorialmente, que integra centros de información no políticos; 2) Estado participativo, además de democrático y representativo, capaz de consultar a los ciudadanos interactivamente; 3) Estado transparente, además de basado en la legalidad y en la legitimidad, donde todo se sabe y es auditable. Sin embargo frente a esta tendencia democratizadora las resistencias del poder llevarían al Estado a ser: 1) centralizado económicamente; 2) a trivializar la participación y aquí la tecnología sólo serviría para reforzar la comunicación unidireccional; 3) opaco.  Como ejemplo teórico de democracia electrónica antes del votecoin, señalabamos la interesante propuesta del sociólogo japones Yoneji Masuda (wiki), quien postuló una  de democratización social a través de las TIC que llamó computopía, cuyos sugerentes principios eran los siguientes:


1. El reconocimiento del derecho de todos los ciudadanos, sin ningún tipo de discriminación o excepciones, a participar directamente en la decisión de los asuntos que les afecten;
2. El espíritu de “sinergia”, es decir, de cooperación y de sacrificio voluntario y altruista de los intereses egoístas en función del bien común, como exigencia ética y jurídica que debe presidir todo el sistema social;
3. La garantía del derecho de las personas y los grupos para conocer y acceder
a todas las informaciones que les conciernan; 
4. La distribución equitativa entre todos los ciudadanos de los beneficios y
cargas que comporta la vida social;
5. Búsqueda de las soluciones a través del acuerdo participativo y de la persuasión en los distintos conflictos y tensiones que puedan plantearse;
6. La cooperación de los ciudadanos en la puesta en marcha de las soluciones adoptadas sin que, por tanto, sea necesario acudir a la coacción acompañada del castigo por la fuerza de la ley, como sucede en las sociedades actuales.
El hecho que la computopía como otras propuestas teóricas no hayan prosperado, se debe a la imposibilidad de la superación técnica del sistema político. Esto quiere decir que la tecnología está al servicio del poder y no al contrario y que cambiando la tecnología no se puede cambiar el poder. El poder sólo se cambia políticamente. Ni los políticos harán ninguna reforma espontáneamente, ni el sistema cambiará sin el impulso de una ciudadanía organizada. Esto es algo que los científicos y los tecnólogos, amantes de la replicación de la república platónica, no entienden. Repetimos errores del pasado como un karaoke, mientras todo sigue igual de mal.

La tecnología del bitcoin permite hacer contrapoder, es decir, no la transformacón del poder vigente, si no fundar un poder alternativo y hacerlo funcionar socialmente. Por eso el bitcoin no es comparable a la aplicación de las TIC a la política. Las tecnologías P2P disruptivas con el orden establecido, son política en sí misma, son contrapoder, son una República Digital Distribuida en potencia.



Lo que nos permiten las tecnologías del bitcoin es tener un voto seguro, anónimo, no repudiable de todos los ciudadanos en tiempo real sin una autoridad central. Esto quiere decir que sería técnicamente posible que el poder legislativo fuera el mismo pueblo sin representación, en ejercicio de una democracia directa digital completamente distribuida e incluso desterritorializada (vaya que su unidad organizativa serían los problemas, no los países). Todo se votaría en todo momento con quorum minimos, pero siempre una persona un voto en sufragio universal. Nada de delegaciones, ni de expertos. Las iniciativas legislativas las podría iniciar cualquier ciudadano o grupo de ciudadanos y los miembros del ejecutivo podrían ser sorteados, no repetibles, rotatorios, siempre revocables, no especializados y auditados antes, durante y después del mandato. Luego podría haber una administración de funcionarios especializados, pero también sorteados entre los cualificados y en las mismas condiciones de temporalidad y rotabilidad. Habría infinitas maneras de conseguir la participación electrónica en la elaboración de leyes como se trabaja en los proyectos open source. Estas son tan sólo algunas ideas para el debate. Las redes P2P se alejan de los principios burocáticos y funcionan como auténticas adhocracias. La cuestión es que está transformación ya ha empezado y el choque social llegará de forma inevitable en el próximo futuro, por donde los políticos no imaginan. Nadie ha podido detener las redes P2P, ni leyes, ni Estados, ni policías y el 95% de la población está interconectada. Después del mundo empresarial, ahora se extienden a las finanzas y a la política.

Un nuevo virus recorre el mundo, el virus de la democracia colaborativa digital: directa y distribuida.


Comentarios

Tienda